Pedalear la Ciudad de México: necesidades, derechos, conflicto y movilidad ciclista
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Blanca Mónica Garduño Serrano[1]
El recorrido inicio en la salida del metro Chapultepec un sábado por la mañana, teniendo de frente el acceso al bosque y de fondo a un costado en primer plano la Fuente Chapultepec, una de las fuentes más antiguas de la ciudad, y en segundo plano las Torres de Reforma. A las afueras del acceso vendedores ofrecían “correas para no perder a los niños” y adaptadores de celular “para selfis”, en uno de los costados había puestos semifijos, parecidos a los que hace varios años estaban dentro del bosque, en los que se vendían tortas de jamón y de salchicha por cinco pesos cruzando la reja de acceso y que, a diferencia del pasado, hoy es un espacio libre de comerciantes. Una vez dentro, el ambiente comenzó a transformarse quedando sumergidos dentro de un oasis verde. Un camino de adoquín y de árboles enmarcaban la ruta a seguir de los visitantes.
Caminando por el puente peatonal que cruza por arriba Circuito Interior, se presentaba una exposición sobre las riquezas de México, observada por turistas y personas adultas. Sobre este puente tiene lugar una práctica constante de los visitantes, diversas personas y grupos se detienen para tomarse fotografías teniendo de fondo el Altar a la Patria y el Castillo de Chapultepec, dos testigos que han formado parte de la historia de la ciudad. Otros preferían quedarse en las orillas para alimentar a las ardillas, práctica adquirida hace décadas.
Llegando al Altar a la Patria se escuchaban a lo lejos diferentes sonidos, una mezcla de gritos de vendedores y de niños, así como de voces de adultos y del tren de Chapultepec, provenientes de la Avenida Heroico Colegio Militar que conecta la entrada de los Leones y el Metro Chapultepec con el Zoológico. El recorrido continuaría por el lado sur, ya que se tenía programada una entrevista que se realizó a Socorro, madre soltera de 37 años y comerciante de frituras, golosinas, aguas, jugos y refrescos en un local semifijo, ubicado detrás del Altar a la Patria. Ella relató cómo comenzó a trabajar junto con su familia en el bosque:
Mis papás (…) empezaron a trabajar aquí en el suelo… ahora sí que tendían un hule y se ponían a vender… y eran corretizas con los verificadores y con vía pública (…), entonces pues esto ya es una generación tras generación (…). Nosotros veníamos… y pues ahora sí que ha sido nuestra casa (…), íbamos al área de convivencia infantil, yo me acuerdo… nosotros porque mi mamá nunca tenía tiempo … tenía que trabajar porque éramos cinco hermanos, entonces pues yo me iba con mis hermanos a jugar allá, y esa es una parte que nunca se me va olvidar, porque fue como algo muy bonito, muy… bonito para nosotros (…), y cuando nos subíamos al castillo no había ni mallas ni todo… y nos íbamos los hermanos a jugar hasta allá arriba y nos bajábamos, y pues nuestro horario era de ocho de la mañana a ocho de la noche (…). Yo tengo 37 años, o sea yo ya tengo trabajando aquí… desde los seis años, mi mamá me empezó a comprar cajitas de chicles y me ponía a vender afuera del metro y a mí me gustaba (…), pero si seguí estudiando hasta mi secundaria.[2]
El relato de Socorro permite entender la relación que existe entre ella y el Bosque de Chapultepec. Desde niña ha pasado la mayor parte de su vida en este lugar, significándolo como lugar de juego y después como lugar de trabajo, no por nada considera este espacio como su casa. Ella relató parte de su infancia con emoción y con nostalgia; durante la entrevista también comentó que el local donde trabaja pertenece a su mamá, ya que, aunque Socorro intentó hacerse adquirir un local para ella, hubo algunas irregularidades y confrontaciones con las autoridades del bosque. Este tipo de trabajo informal, es una práctica social que ha tenido continuidad y persistencia en la ciudad y en el espacio público. En el caso de Chapultepec, el comercio al interior se encuentra homologado y está reconocido como una forma de concesión (permiso otorgado por las dependencias encargadas del manejo y gestión del bosque). Locales semifijos destinados a la venta de frituras, aguas, dulces, suvenires y gorras, entre otros, forman parte del reordenamiento del comercio en el bosque, a partir de políticas de higienización y embellecimiento, que han implicado otras formas de organización y de trabajo.
El recorrido continúo por Calzada Mahatma Gandhi, pasando por el “Museo de Sitio”, un espacio que anteriormente estaba ocupado por las oficinas de la Dirección del Bosque. Afuera del lugar había algunas placas de agradecimiento a instituciones financieras y empresas de comunicación: HSBC, SAMSUNG y Fundación Azteca, entre otras, por las aportaciones monetarias realizadas al Bosque. Se trata de una forma de publicidad,que, en los recorridos de los usuarios, se presenta por medio de imágenes simbólicas vinculadas a cuestiones de altruismo y filantropía que se van naturalizando en las experiencias cotidianas de las personas.
Posteriormente se caminó por un andador donde se ubica la Fuente de la Templanza, un lugar frecuentado para leer y por parejas de novios, entre otros. Detrás de esta fuente se encuentran los restos de uno de los ahuehuetes más antiguos y grandes de la ciudad, llamado “Sargento” sembrado por Nezahualcóyotl, se trata de una especie nativa de México nombrada en 1921 árbol nacional. Atrás del Ahuehuete se ubica la Tribuna Monumental, un monumento dedicado al Escuadrón 201, cuya forma arquitectónica de media luna, facilita la práctica de grupos de teatro, de danza y otras disciplinas como el tai-chi, durante diferentes días y horas en la semana.
El recorrido continuó por el Audiorama, considerado un espacio sagrado y de culto. En este lugar se encuentra una de las cuevas más antiguas, que diferentes grupos y personas asocian con la representada en códices. Sin embargo, algunas investigaciones indican que Chapultepec contaba con varias cuevas y la referida a dichos códices fue destruida con la construcción de un elevador. Hoy esta cueva es visitada por grupos que llevan ofrendas y realizan danzas dos a tres veces por año, así como por personas y vecinos, quienes también montan ofrendas o meditan. El lugar cuenta con bancas para sentarse y recostarse, así como con un acervo de libros que han sido donados. Es un espacio con un ambiente tranquilo y con música relajante, también frecuentado para leer.
Posteriormente el grupo se dirigió a un costado de la Fuente de la Templanza, donde se realizaría la segunda entrevista a Martha, visitante frecuente del Audiorama y vecina de la Colonia San Miguel Chapultepec. Ella tiene 65 años, es ama de casa y se dedica a la venta de joyería de plata, practica taichí en la Tribuna Monumental y forma parte de un grupo de amigas que, en conjunto con los cuidadores del Audiorama, montan ofrendas con flores compradas en el mercado de Jamaica o con las flores y hojas caídas de los árboles que se encuentran en el lugar. En la entrevista, Martha emotivamente comentó que el bosque le significa libertad y que ha sido su máxima experiencia de vida, platicó sobre el vínculo que ha creado con un ahuehuete, al que procura regar y cuidar.
Todo parte de la convivencia familiar (…), yo venía a jugar aquí (…), vivíamos en Condesa y todo era venir andar en bici en patines y disfrutar (…), donde se divierte la gente que no tiene tantos recursos… esa era mi familia (…), era venir y decir quieres divertirte pues aquí, este es el lugar (…), hay una pista pues corre… ponte un pañuelo y quítale el pañuelo al de enfrente, si hay un árbol súbete al árbol y hay una bajadita pues agarra una caja y bájate. Aún de adolescente seguía viniendo a patinar y a andar en bici. Después me casé y tuve la gracia de vivir aquí enfrente en General Cano (…), lo seguí haciendo periódicamente y traje a mis hijos y ahora traigo a mis nietos, y ahora con mi nieto desde pequeño llego y lo paro en ese ahuehuete y le digo: el día que me muera aquí vas a venir y vas enterrar mis cenizas (…). Y de ahí pues pasé a audiorama donde me fui haciendo poco a poco amiga de don Carlos, y pues él me dijo que… pues mejor mis cenizas allá. Y entonces yo dije pues sí, con música, pues si me gusta… todo verde, todo hermoso[3]
La experiencia de Martha al igual que la de Socorro, está vinculada a su historia de vida y a la familia, a partir de diferentes contextos y distintas realidades, una de ellas desde el trabajo y la otra desde la recreación. Sin embargo, Martha relata su experiencia en el Bosque como un espacio de paseo generacional, es decir tanto ella, como sus hijos y sus nietos han generado un vínculo con este lugar. Para ella, el bosque ha sido un lugar de juego, de diversión, de paseo, de reunión, así como un espacio espiritual y de enseñanza. El caso de Martha es afortunado, ya que ha sido vecina del bosque gran parte de su vida, muestra de ello es el apego que ha desarrollado por este lugar.
El caso de Socorro y de Martha, son dos de tantas historias que se entrecruzan en este lugar,donde diferentes grupos y personas visitan el bosque por diversas razones: es accesible desde sus viviendas; es un espacio que les brinda bienestar, relajación y recreación; es el lugar público que frecuentan durante las vacaciones; por alguna tarea de la escuela; para conocerlo o forma parte de un recorrido turístico o de la ciudad; o porque es su fuente y lugar de trabajo. Se trata de un lugar presente en la memoria histórica de los habitantes, prueba de ello es que de acuerdo con algunos testimonios, forma parte de exploraciones urbanas realizadas por jóvenes.[4]
Chapultepec es un parque histórico, pero también es un lugar donde se desarrollan diferentes formas de contemporaneidad que se relacionan con la imagen urbana y con las prácticas sociales. De una parte, los cambios en la imagen del lugar observados durante el recorrido, así como la introducción de imágenes publicitarias que se relacionan con cuestiones filantrópicas y la regulación del comercio, han tenido de fondo políticas urbanas neoliberales sustentadas en el control, el ordenamiento, la higienización y el embellecimiento de este lugar. De otra, las particularidades del mismo bosque y las diferentes prácticas sociales presentes en este lugar se han desempeñado como formas de resistencia, teniendo como resultado un espacio público multidiverso y de negociación. Chapultepec en la actualidad es un lugar polifacético y multiclase, donde se desarrollan vínculos y relaciones: a) afectivas y de convivencia, b) con el entorno natural y urbano, c) de trabajo y comerciales, e) de tensión y conflicto, y f) de acuerdos. Finalmente es importante cuestionarse ante los nuevos proyectos en este lugar ¿Qué desafíos enfrentara en un futuro el Bosque de Chapultepec?