Un recorrido por espacios públicos de trabajo informal.
enero 6, 2021En el espacio público y ante el círculo de la (in) movilidad, la accesibilidad múltiple
enero 8, 2021Introducción
El objetivo de este recorrido realizado el 13 de julio de 2017[2] fue visitar los lugares que representan los principales puntos de concentración y sobrevivencia de los grupos en situación de calle en el Centro Histórico de la Ciudad de México, así como la visita al proyecto de “La Carpa”, organización civil que realiza actividades de apoyo y servicios, para las personas en situación de calle de la Merced y sus alrededores, en base a un modelo de reducción de daños y riesgos. Las instalaciones de este proyecto se encuentran en La Plaza de la Soledad, Centro Histórico de la Ciudad de México.
La Soledad, La Candelaria de los Patos y el Mercado de la Merced
Atravesar Avenida Circunvalación es cruzar una frontera física y simbólica en esta parte de la ciudad histórica, por este motivo el recorrido partió desde esta avenida, que al cruzar a su faz oriente nos encontramos con los barrios históricos de La Soledad, De La Palma, La Candelaria de los Patos, que durante la época colonial fueron los suburbios donde habitaban los indígenas y los pobres de la ciudad. Dichos barrios estaban asentados en los terrenos fangosos que comprendían los antiguos límites de la ciudad, otrora lacustre, y que ahora siguen siendo marginales en el centro del casco histórico de la ciudad.
La Merced es un referente comercial por excelencia para los habitantes de la Ciudad de México y su zona conurbada. En la actualidad es un barrio desbordado por el comercio en la vía pública, con fuertes problemas de vialidad y movilidad, como lo constatamos cuando atravesamos Avenida Circunvalación y caminamos sobre la calle de Corregidora; aquí el comercio callejero es más denso, caminar sobre esta calle implica abrirse paso entre los estibadores “diableros”, compradores, puestos de vendedores de toda clase de artículos, desde calcetines, artículos escolares, comida, bebidas, bolsas, zapatos, incluso para apuestas y juegos de azar, venta de bebidas alcohólicas en “bares” improvisados. Se trata de puestos que se despliegan en el espacio público: de la banqueta a lo largo de la avenida, penetran calles colindantes y se desbordan al arroyo de la Calle de Corregidora.
El objetivo de este recorrido realizado el 13 de julio de 2017[2] fue visitar los lugares que representan los principales puntos de concentración y sobrevivencia de los grupos en situación de calle en el Centro Histórico de la Ciudad de México, así como la visita al proyecto de “La Carpa”, organización civil que realiza actividades de apoyo y servicios, para las personas en situación de calle de la Merced y sus alrededores, en base a un modelo de reducción de daños y riesgos. Las instalaciones de este proyecto se encuentran en La Plaza de la Soledad, Centro Histórico de la Ciudad de México.
La Soledad, La Candelaria de los Patos y el Mercado de la Merced
Atravesar Avenida Circunvalación es cruzar una frontera física y simbólica en esta parte de la ciudad histórica, por este motivo el recorrido partió desde esta avenida, que al cruzar a su faz oriente nos encontramos con los barrios históricos de La Soledad, De La Palma, La Candelaria de los Patos, que durante la época colonial fueron los suburbios donde habitaban los indígenas y los pobres de la ciudad. Dichos barrios estaban asentados en los terrenos fangosos que comprendían los antiguos límites de la ciudad, otrora lacustre, y que ahora siguen siendo marginales en el centro del casco histórico de la ciudad.
La Merced es un referente comercial por excelencia para los habitantes de la Ciudad de México y su zona conurbada. En la actualidad es un barrio desbordado por el comercio en la vía pública, con fuertes problemas de vialidad y movilidad, como lo constatamos cuando atravesamos Avenida Circunvalación y caminamos sobre la calle de Corregidora; aquí el comercio callejero es más denso, caminar sobre esta calle implica abrirse paso entre los estibadores “diableros”, compradores, puestos de vendedores de toda clase de artículos, desde calcetines, artículos escolares, comida, bebidas, bolsas, zapatos, incluso para apuestas y juegos de azar, venta de bebidas alcohólicas en “bares” improvisados. Se trata de puestos que se despliegan en el espacio público: de la banqueta a lo largo de la avenida, penetran calles colindantes y se desbordan al arroyo de la Calle de Corregidora.
Mapa Recorrido por La Soledad, La Candelaria y La Merced en el Centro Histórico de la Ciudad de México, 2017.
Para llegar a las instalaciones del Proyecto de “La Carpa” en La Plaza de la Soledad pasamos por el callejón de San Simón. En este callejón es habitual el comercio sexual, las sexoservidoras se instalan en esta calle, a unas cuadras de Avenida Circunvalación. Recargadas en los aparadores de una zapatería sobresalen por sus zapatillas de plataforma de plástico transparente de 15 centímetros de altura.
Al llegar a “La Carpa”, Benito Azcano el coordinador del proyecto, salió a nuestro encuentro y nos invita a pasar, nos condujo a la azotea de este antiguo edificio, convertido en terraza, con techo de lámina, y protegido con grandes ventanales que ofrecen la panorámica de la Plaza de la Soledad, desde ahí pudimos tomar fotos y observar el movimiento de las personas que pernoctan en las jardineras de La Plaza de La Soledad.
Benito nos explicó las características del proyecto que inició con la interacción con la población de calle en su lugar de pernocta, para tener más contacto con ellos y poder proponer una relación diferente a la que estaban acostumbrados a tener con las instituciones y grupos filantrópicos, relación asistencial caracterizada por ser pasiva y dependiente, la suya es una propuesta de mayor protagonismo por parte de estos personajes. Por otra parte, nos refirió que la intención del proyecto es favorecer en coordinación con las redes de la comunidad procesos de inclusión social.
Muchos de los de calle que aquí llegan vienen de otros estados, ya no pudieron regresar, están los consumidores de drogas, los que salen del reclusorio, quienes ya no se pueden prostituir, aquellos con diferente preferencia sexual que se sienten más libres…se acostumbran a vivir así y aprenden a moverse en ese estilo de vida, como qué instituciones ofrecen mejor comida, quiénes les dan más cosas como ropa, hasta viajes. Nosotros pretendemos cambiar esa relación asistencial, no estigmatizarlos o hacerlos dependientes a los programas.[3]
Después de conocer el proyecto de “La Carpa”, Angélica Venzor, colaboradora del proyecto, con gran experiencia de trabajo con estas poblaciones y con el lugar, nos propuso guiarnos por los sitios más representativos de la Merced, que no habíamos contemplado en el primer itinerario. Nos hizo saber que es un lugar vigilado y de frecuentes robos, la presencia de grupos externos resulta amenazante a la comunidad, sobre todo si toman fotografías. Angélica marco ciertas reglas básicas para el recorrido: no llevar mochilas, pedir permiso para tomar fotografías y no dispersarse por el lugar.
Atravesamos la Plaza de la Soledad, se encontraba vacía, contrastando con el ajetreo de la Calle de Corregidora. En la esquina norte de la Plaza, en la calle de La Soledad, es notorio el movimiento alrededor de la ruta de camiones con corridas directas a Tapachula Chiapas, una de las más económicas de la Ciudad. Angélica refiere que muchos llegan del sureste del país directo a la Plaza de la Soledad, en alusión a la migración y los riesgos de convertirse en personas en situación de calle.
Al encaminarnos a la calle de Bravo observamos la parte trasera de la iglesia de La Soledad, donde hay un comedor comunitario, que en ese momento estaba cerrado, frente a este se encuentran tres grupos de la población de calle; sucios, demacrados y famélicos, la mayoría hombres. Algunos deambulaban y otros dormían en las jardineras llenas de basura. Es el espacio que ocupan los alcohólicos adultos, conocidos como el “escuadrón de la muerte”, que se distinguen de aquellos que están en las jardineras del atrio de la Iglesia. Los primeros dicen que estos son los “drogadictos”, ellos solo son alcohólicos[4]. Al interior de los grupos de calle existen diferencias relacionadas con la edad, la procedencia, el tiempo de vivir en el espacio público, los tipos y usos de sustancias psicoactivas. Al dejar atrás estos lugares habitados por los excluidos sociales de la ciudad, seguimos nuestro recorrido por la Calle de Bravo.
En La Calle de Bravo 35 se encuentra el templo de la Santa Muerte, es significativo por ser uno de los primeros templos que surgieron para el culto a esta imagen, que con el tiempo ha cobrado fuerza en la comunidad, es un culto de gran veneración entre los habitantes de la Merced, Morelos y Tepito, conocidos como barrios bravos. Su culto trasciende estos lugares, como pudimos constatar por los diferentes visitantes de otros rumbos de la Ciudad de México.
Después de visitar el Templo de la Santa Muerte caminamos sobre la Calle de Emiliano Zapata para observar los vestigios de la Ex Garita de San Lázaro, la que fuera la puerta oriente de la ciudad durante varios siglos. Ahora en esta construcción ubicada sobre Avenida Congreso de la Unión sobreviven tres grandes arcos. Este lugar patrimonial se encuentra en notorias condiciones de abandono y deterioro, la otrora también estación del tren se ha convertido en un lugar de pernocta de los sin casa.
Siguiendo por Avenida Congreso de la Unión llegamos al que se conoce como el “campamento Triqui” en La Candelaria de los Patos, ahí observamos un pequeño asentamiento de casas de cartón y lámina, donde residen todavía muchas familias de esta etnia. A través del INVI[5], otra parte de la comunidad Triqui logró la construcción de un edificio de cinco niveles, habitada por otra parte de la comunidad. Dos realidades residenciales de una misma comunidad indígena. Siguiendo con la ruta planeada atravesamos una especie de calle-patio, que se encuentra entre el campamento y el edificio moderno, bajo la mirada curiosa de algunos y la indiferencia de un grupo de mujeres que tejían en un telar de cintura, de los jóvenes que se cortaban el cabello en una peluquería al aire libre entre el juego de los niños.
Al llegar a “La Carpa”, Benito Azcano el coordinador del proyecto, salió a nuestro encuentro y nos invita a pasar, nos condujo a la azotea de este antiguo edificio, convertido en terraza, con techo de lámina, y protegido con grandes ventanales que ofrecen la panorámica de la Plaza de la Soledad, desde ahí pudimos tomar fotos y observar el movimiento de las personas que pernoctan en las jardineras de La Plaza de La Soledad.
Benito nos explicó las características del proyecto que inició con la interacción con la población de calle en su lugar de pernocta, para tener más contacto con ellos y poder proponer una relación diferente a la que estaban acostumbrados a tener con las instituciones y grupos filantrópicos, relación asistencial caracterizada por ser pasiva y dependiente, la suya es una propuesta de mayor protagonismo por parte de estos personajes. Por otra parte, nos refirió que la intención del proyecto es favorecer en coordinación con las redes de la comunidad procesos de inclusión social.
Muchos de los de calle que aquí llegan vienen de otros estados, ya no pudieron regresar, están los consumidores de drogas, los que salen del reclusorio, quienes ya no se pueden prostituir, aquellos con diferente preferencia sexual que se sienten más libres…se acostumbran a vivir así y aprenden a moverse en ese estilo de vida, como qué instituciones ofrecen mejor comida, quiénes les dan más cosas como ropa, hasta viajes. Nosotros pretendemos cambiar esa relación asistencial, no estigmatizarlos o hacerlos dependientes a los programas.[3]
Después de conocer el proyecto de “La Carpa”, Angélica Venzor, colaboradora del proyecto, con gran experiencia de trabajo con estas poblaciones y con el lugar, nos propuso guiarnos por los sitios más representativos de la Merced, que no habíamos contemplado en el primer itinerario. Nos hizo saber que es un lugar vigilado y de frecuentes robos, la presencia de grupos externos resulta amenazante a la comunidad, sobre todo si toman fotografías. Angélica marco ciertas reglas básicas para el recorrido: no llevar mochilas, pedir permiso para tomar fotografías y no dispersarse por el lugar.
Atravesamos la Plaza de la Soledad, se encontraba vacía, contrastando con el ajetreo de la Calle de Corregidora. En la esquina norte de la Plaza, en la calle de La Soledad, es notorio el movimiento alrededor de la ruta de camiones con corridas directas a Tapachula Chiapas, una de las más económicas de la Ciudad. Angélica refiere que muchos llegan del sureste del país directo a la Plaza de la Soledad, en alusión a la migración y los riesgos de convertirse en personas en situación de calle.
Al encaminarnos a la calle de Bravo observamos la parte trasera de la iglesia de La Soledad, donde hay un comedor comunitario, que en ese momento estaba cerrado, frente a este se encuentran tres grupos de la población de calle; sucios, demacrados y famélicos, la mayoría hombres. Algunos deambulaban y otros dormían en las jardineras llenas de basura. Es el espacio que ocupan los alcohólicos adultos, conocidos como el “escuadrón de la muerte”, que se distinguen de aquellos que están en las jardineras del atrio de la Iglesia. Los primeros dicen que estos son los “drogadictos”, ellos solo son alcohólicos[4]. Al interior de los grupos de calle existen diferencias relacionadas con la edad, la procedencia, el tiempo de vivir en el espacio público, los tipos y usos de sustancias psicoactivas. Al dejar atrás estos lugares habitados por los excluidos sociales de la ciudad, seguimos nuestro recorrido por la Calle de Bravo.
En La Calle de Bravo 35 se encuentra el templo de la Santa Muerte, es significativo por ser uno de los primeros templos que surgieron para el culto a esta imagen, que con el tiempo ha cobrado fuerza en la comunidad, es un culto de gran veneración entre los habitantes de la Merced, Morelos y Tepito, conocidos como barrios bravos. Su culto trasciende estos lugares, como pudimos constatar por los diferentes visitantes de otros rumbos de la Ciudad de México.
Después de visitar el Templo de la Santa Muerte caminamos sobre la Calle de Emiliano Zapata para observar los vestigios de la Ex Garita de San Lázaro, la que fuera la puerta oriente de la ciudad durante varios siglos. Ahora en esta construcción ubicada sobre Avenida Congreso de la Unión sobreviven tres grandes arcos. Este lugar patrimonial se encuentra en notorias condiciones de abandono y deterioro, la otrora también estación del tren se ha convertido en un lugar de pernocta de los sin casa.
Siguiendo por Avenida Congreso de la Unión llegamos al que se conoce como el “campamento Triqui” en La Candelaria de los Patos, ahí observamos un pequeño asentamiento de casas de cartón y lámina, donde residen todavía muchas familias de esta etnia. A través del INVI[5], otra parte de la comunidad Triqui logró la construcción de un edificio de cinco niveles, habitada por otra parte de la comunidad. Dos realidades residenciales de una misma comunidad indígena. Siguiendo con la ruta planeada atravesamos una especie de calle-patio, que se encuentra entre el campamento y el edificio moderno, bajo la mirada curiosa de algunos y la indiferencia de un grupo de mujeres que tejían en un telar de cintura, de los jóvenes que se cortaban el cabello en una peluquería al aire libre entre el juego de los niños.
Finalmente continuamos el recorrido por debajo del puente de San Jerónimo, en este lugar bajo el puente, se extiende el tianguis de los “chachareros”, la venta de artículos de reúso. Llegamos a las calles aledañas al Mercado de la Merced conocido como Nave Mayor, entre los múltiples puestos ambulantes de frutas y verduras, y la variedad de colores formas y olores, nos abrimos paso por la calle de Santa Escuela, caracterizada por sus “fondas”, “loncherías” y “piqueras”, son establecimientos ubicados en construcciones antiguas y deterioradas. Desde la calle se observa su interior oscuro, sombríos, ahí se vende comida, alcohol y es sabido por los residentes y visitantes que es un lugar fachada para la práctica del comercio sexual.
Como lo pudimos constatar en este recorrido por La Merced, La Soledad y La Candelaria de los Patos, la pobreza e indigencia, el deterioro de la infraestructura patrimonial, la escasez de servicios como limpia, áreas verdes, es perceptible en cada una de sus calles, como también la vida barrial que convive con la actividad comercial. Las propuestas de recuperación y modernización de estos lugares, hasta ahora, no incluyen en su diseño a los vecinos y comerciantes que por el contrario se sienten amenazados de ser expulsados frente a un nuevo proyecto de remodelación.
La Merced es un barrio tradicional que resiste y se niega a desaparecer. Los cambios en estos lugares no debieran ser solo paisajísticos, como pretende un urbanismo neoliberal, sino estructurales. Se trata de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y residentes, de generar opciones de vida a las personas en situación de calle, para que sobrevivir en la calle no sea su única opción de vida. Como refiere Guadalupe un habitante de calle:
¿Cómo incluir a estos colectivos que viven en el espacio público desde una visión de sus derechos ciudadanos?
[1] Estudiante del Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales, UNAM
[2] Esta nota urbana es parte de un proyecto de investigación más amplio, titulado: Sobrevivir en el espacio público. Población en situación de calle en el barrio de la Soledad, Merced, Centro Histórico de la Ciudad de México (2015-2018
[3] Benito Azcano, Coordinador del Proyecto La Carpa, 13 de julio de 2017.
[4] Entrevista a Benito Azcano, 8 de octubre de 2017
[5] Instituto Nacional de la Vivienda de la CDMX
[6] Entrevista Guadalupe Z. 15 de marzo del 2018
Como lo pudimos constatar en este recorrido por La Merced, La Soledad y La Candelaria de los Patos, la pobreza e indigencia, el deterioro de la infraestructura patrimonial, la escasez de servicios como limpia, áreas verdes, es perceptible en cada una de sus calles, como también la vida barrial que convive con la actividad comercial. Las propuestas de recuperación y modernización de estos lugares, hasta ahora, no incluyen en su diseño a los vecinos y comerciantes que por el contrario se sienten amenazados de ser expulsados frente a un nuevo proyecto de remodelación.
La Merced es un barrio tradicional que resiste y se niega a desaparecer. Los cambios en estos lugares no debieran ser solo paisajísticos, como pretende un urbanismo neoliberal, sino estructurales. Se trata de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y residentes, de generar opciones de vida a las personas en situación de calle, para que sobrevivir en la calle no sea su única opción de vida. Como refiere Guadalupe un habitante de calle:
¿Por qué no apoyar al que está en calle? (…) queremos salir adelante, queremos trabajar, queremos ver algo diferente, si lo podemos hacer, pero todo está en uno y confiar en uno mismo para que dios ponga los medios y verdad que sí podemos[6]
¿Cómo incluir a estos colectivos que viven en el espacio público desde una visión de sus derechos ciudadanos?
[1] Estudiante del Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales, UNAM
[2] Esta nota urbana es parte de un proyecto de investigación más amplio, titulado: Sobrevivir en el espacio público. Población en situación de calle en el barrio de la Soledad, Merced, Centro Histórico de la Ciudad de México (2015-2018
[3] Benito Azcano, Coordinador del Proyecto La Carpa, 13 de julio de 2017.
[4] Entrevista a Benito Azcano, 8 de octubre de 2017
[5] Instituto Nacional de la Vivienda de la CDMX
[6] Entrevista Guadalupe Z. 15 de marzo del 2018