Entre recorrer y observar las problemáticas de la ciudad neoliberal. Caminando las colonias Escandón y Condesa.
febrero 9, 2023Gentrificación del Centro Histórico: una mirada urbana a la disputa del espacio público
febrero 9, 2023Introducción
El proceso de transformación urbana que se vive en la Ciudad de México responde a fenómenos que están aconteciendo en muchas ciudades latinoamericanas en las que se experimentan procesos de reestructuración relacionados con las interacciones sociales y económicas de las localidades, mismos que a su vez responden a la globalización. Sin embargo, una característica de los nuevos modelos de ciudad en relación con la expansión metropolitana es la segregación residencial de sectores de población de estratos populares y por lo tanto la fragmentación de la estructura urbana y las relaciones sociales, elementos que son aprovechados por actores privados para la producción de ciudades en las que los elementos creados a lo largo de relaciones históricas no sean más que mercancía.
En el caso particular de la Ciudad de México, el Paseo de la Reforma ha representado históricamente un espacio de convivencia, cultural, de manifestaciones políticas, sociales y deportivas, que también ha experimentado una transformación y proceso de segregación en el que residentes y comerciantes tradicionales se han visto forzados a transformar drásticamente su modo de vida.
En el presente trabajo se expondrán y analizarán los cambios que se suscitan en la principal avenida de la capital del país y cómo un nuevo elemento próximo a construirse puede modificar los espacios e interacciones que se dan a su alrededor y en los apropiados por los ciudadanos.
-
Perfil urbano-arquitectónico a través de la historia del Paseo de la Reforma: tramo entre el Monumento a Cuauhtémoc y la Glorieta del Caballito.
La historia urbana de la avenida Paseo de la Reforma tiene sus orígenes en las últimas décadas del siglo XIX. Esta transitada avenida de aproximadamente 14 kilómetros corre desde el poniente de la Ciudad de México y une al Castillo de Chapultepec con el centro de la ciudad. Esta obra comenzó como parte de un proyecto de Estado, dirigido a la modernización de un país con serias crisis políticas, así como la fuerte necesidad de la consolidación de una identidad nacional de un México naciente. En la actualidad, la avenida Paseo de la Reforma es una de las arterias más importantes de la ciudad además de que se ha posicionado a través de los años como uno de los sitios más solicitados para las cuestiones financieras y de negocios. En este sentido, Lavrin menciona lo siguiente:
El Paseo de la Reforma sólo se gestó después de que Nueva España se convirtió en México y cuando la ciudad ya había adquirido otro carácter político […] La Independencia y la Reforma (los dos hitos de la empresa de construcción de una nación y una nacionalidad en el siglo XIX) serán los dos pilares fundamentales en la conceptualización y realización de esta calzada-avenida-paseo, como un camino entre varios destinos simbólicos que reemplazan los del mundo precolombino. La modernidad no ha podido despojarse de esa necesidad humana de orientar el intelecto y la memoria del ciudadano hacia símbolos materiales que identifiquen y definan su pasado”. (Lavrin, 2007:1-2).
En el tramo que va del monumento a Cuauhtémoc a la glorieta del Caballito conviven, de manera bastante peculiar, edificios como el perteneciente a la Lotería Nacional, también conocido como el Moro y que data de los años 40s con la corriente arquitectónica Art Déco, con edificaciones más recientes de tipo rascacielos con más de 40 niveles de altura e infraestructuras de cristalería, como la Torre del Caballito aledaña al edificio El Moro. Ambas edificaciones fueron consideradas en su momento, es decir, en la década de los 40s y la década de los 90s, respectivamente, como unas de las edificaciones con mayor altura de la ciudad.
A no más de 200 metros de la Torre del Caballito, se encuentra la rotonda anteriormente llamada Glorieta de Colón, la cual fue erigida en honor a Cristóbal Colón y que fungió como uno de los diferentes monumentos dedicados a personajes representativos en la historia del país y que por muchos años adornaron el Paseo de la Reforma. Contiguo a dicha glorieta, se encuentra en construcción la torre denominada Colón por su cercanía con dicho monumento. Esta torre es de vital interés dada la magnitud que representa la obra tanto en lo vertical, así como en los efectos esperados que tendrá directamente en el paisaje urbanístico de la zona. Presiones por recursos medioambientales como el agua, gentrificación, pérdida de identidad, subida de los precios del suelo, son algunas de las consecuencias de dicha construcción, así como de la inercia característica de las nuevas formas de urbanización de las ciudades modernas.
Es importante resaltar que macroproyectos como el de la mencionada Torre Reforma Colón, quedan insertos en la lógica global de corte neoliberal de las últimas décadas y que tienen como manifestación directa, construcciones que son fruto de la especulación inmobiliaria, programas políticos-económicos y la generación de riqueza por parte de las élites. A este respecto, Ramírez, puntualiza que:
“El proceso de neoliberalización iniciado hace casi medio siglo ha provocado transformaciones profundas en las ciudades, en la sociedad urbana y en la cultura. Articulando a políticas, programas y acciones de privatización de bienes públicos, este proceso introduce formas diferentes de urbanización y de relación entre la ciudadanía y las instituciones, y cambia los modos de vida de las personas a través del consumo”. (Ramírez, 2021: 391).
En este sentido, la avenida Paseo de la Reforma ha sido y sigue siendo reconfigurada a partir de las nuevas dinámicas de construcción de carácter neoliberal y que quedan impresos en los espacios de la ciudad de México. Algunas de sus manifestaciones más acusadas serán descritas más adelante.
-
Torre Reforma Colón: desocupación de los alrededores
Como ocurre en espacios públicos y privados abandonados por la inseguridad en las inmediaciones de donde ahora se construye la Torre Reforma Colón se experimenta un fenómeno de despoblamiento y abandono de los edificios de uso residencial y comercial. Situación característica del fenómeno de gentrificación en el que existe un aprovechamiento de los espacios centrales de una ciudad por parte de las clases sociales económicamente favorecidas (Tamayo, 2007).
Aunque no es posible determinar con la información que se tiene -o la falta de la misma- la relación del abandono de las viviendas y comercios con la edificación de la Torre Reforma Colón, el fenómeno que se vive principalmente en las calles de Abraham González y Atenas se relaciona con la idea que plantea al espacio público como el lugar donde se construye la ciudad, entendida como el conjunto de ciudadanos y sus formas de relacionarse (Ramírez, 2015) ya que, al no existir la convivencia ni interacción, el espacio deja de funcionar como el ambiente que permite e incentiva el pleno desarrollo de las personas.
Lo que se vive en calles aledañas al edificio de la Secretaría de Gobernación recuerda a lo ocurrido en el Distrito Federal cuando las alcaldías centrales de la ciudad experimentaron un constante abandono de viviendas por parte de las clases trabajadoras que las habitaban y que gracias a la política de redensificación y con el Bando 2, éstas fueron intervenidas y aprovechadas por los desarrolladores inmobiliarios. (Tamayo,2007).
Tomando en cuenta las estrategias para el desarrollo urbano, las políticas de vivienda y las estrategias mediante las cuales se pretende atraer inversión privada a la Ciudad de México, se puede establecer una relación entre el fenómeno de abandono de ciertos edificios dedicados para la vivienda con la concepción de espacios neoliberales y las políticas orientadas a la ciudad global (Janoschka, 2014).
Lo que es notable, además del abandono de las viviendas y comercios en las calles mencionadas, es la transformación y mercantilización de las relaciones sociales, la cultura y los espacios públicos convirtiéndolos en objetos con un valor que es aprovechado por el capitalismo, como lo son los camellones, los murales y las fachadas de edificios con valor histórico.
-
La Torre Reforma Colón, proyecto de una urbanización neoliberal.
Sobre Paseo de la Reforma no. 76 y algunos predios aledaños se pueden ver los inicios de la construcción de uno de los megaproyectos urbanos más ambiciosos: la Torre Reforma Colón. El proyecto, diseñado por Grupo Sordo Madaleno (actualmente SOMA) fue aprobado en 2017 y pretende ser el edificio más alto de Latinoamérica, con 309 m de altura y 65 niveles destinados a usos mixtos: oficinas, comercio, residencial y un hotel que implicará la demolición del actual Fiesta Americana. La torre será parte de un complejo urbano que se compone con otras cuatro torres de menor tamaño, de las cuales aún se desconoce su uso, e integrará las plantas bajas con el espacio público, lo cual transformará totalmente el paisaje en el horizonte del peatón, así como el paisaje urbano en esta zona de la ciudad. Para el desarrollo del proyecto, FIBRA SOMA está asociado con el Grupo Kaluz, que es un conglomerado de empresas multinacionales mexicanas dedicadas a los servicios financieros, materiales de construcción y petroquímicos, administrado por la familia Del Valle Perochena, una de las 10 familias más ricas de México en este 2022 según la lista de Forbes. Por su lado, FIBRA SOMA, es la forma actual de lo que se fundara en 1937 como Sordo Madaleno Arquitectos, el despacho del reconocido arquitecto mexicano Juan Sordo Madaleno cuyo estilo se permeó y reconoció́ como sello de la “Arquitectura Moderna Mexicana” en todo el mundo. Más adelante, en 1982, su hijo Javier toma el control de la firma y expande sus proyectos gracias a las nuevas condiciones que abre el contexto neoliberal, conduciendo a la empresa a ir más allá del diseño arquitectónico y la construcción, e involucrarse en el negocio inmobiliario, de tal manera que en 2008 se crea el Grupo Sordo Madaleno, mismo que en 2020 pasa a ser un fideicomiso inmobiliario (SOMA) y a partir de 2021 comienza a cotizar en la Bolsa de Valores.
Este tipo de complejos urbanos, conocidos como megaproyectos financiados por capitales transnacionales, se han multiplicado en la Ciudad de México durante la última década, a través de instrumentos financieros creados ex profeso en 2011 por las autoridades federales, - Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces (FIBRA) y Certificados Bursátiles Fiduciarios Inmobiliarios-, siendo un claro ejemplo de cómo el Estado neoliberal fortalece la lógica del mercado. En la última década se han autorizado 307 megaproyectos para usos diversos como corporativos, viviendas de lujo, torres de departamentos y oficinas, centros comerciales, entre otros. A esta actividad, Víctor Delgadillo la denomina como asedio inmobiliario que lucra con territorios accesibles, bien ubicados, poco densos y con una normatividad urbana flexible[5].
La existencia de los megaproyectos va transformando el sentido de la ciudad al darle cabida a una industria inmobiliaria devastadora que impone un modo de producción del espacio urbano en el que los intereses privados están sobre los intereses públicos, lo cual imposibilita los modos colectivos de hacer ciudad. Ante este panorama es necesario hacernos preguntas como ¿para quién son las ciudades? y, ¿quién va a vivir en ellas? Más allá de los empleos que generan y de las actividades económicas que desencadena la construcción, los megaproyectos tienen efectos negativos en la ciudad y su población, pues son motivo de su desplazamiento a causa del encarecimiento de la vida en el barrio dónde se emplazan.
El área donde se levantará el complejo de la Torre Reforma Colón se ubica entre las calles Paseo de la Reforma, Av. Morelos, Bucareli y Atenas dentro de la Colonia Juárez. La mayoría de los predios destinados para su construcción han sido utilizados durante los últimos años como estacionamientos, es de suponer que este uso del espacio se convirtió en una actividad rentable frente al crecimiento de población flotante a razón del auge inmobiliario sobre Paseo de la Reforma en contraste con el vaciamiento de edificaciones tanto habitacionales como de pequeñas industrias que ya no se pudieron mantener en pie.
Para los poderes políticos y económicos, la ciudad se ha convertido en una mercancía, un producto que se hace para la inversión y especulación financiera; y que, como dice Patricia Ramírez (2021) respecto al concepto de ciudad neoliberal, “articula el capital financiero, comercial e inmobiliario, produciendo una oferta corporativa, comercial, cultural, habitacional y de servicios dirigida a usuarios y consumidores sujetos de crédito y a clases económicamente afluentes.” El concepto de ciudad neoliberal, como categoría descriptiva de las diversas realidades urbanas, permite mirar el modo hegemónico de producción del espacio urbano, así también permite hacer referencia a las consecuencias sociales del neoliberalismo en la ciudad y en la ciudadanía mostrando las transformaciones que surgen de formas de urbanización que privatizan, segregan, despojan y expulsan (Ramírez, 2021).
Entonces, respondiendo a ¿para quién son las ciudades? y, ¿quién va a vivir en ellas? En la lógica de la urbanización neoliberal las funciones y los servicios que se proyectan están dirigidos a personas de ingresos medios-altos y altos, con poder adquisitivo y capacidad de consumo elevada. Las infraestructuras urbanas que en principio son responsabilidad del Estado, pasan a manos de administraciones privadas cuyo acceso depende de quién pueda pagar por ellas, y este es el requisito indispensable para vivir en esas ciudades. Ciudades hechas por las élites económicas, sociales y políticas que no escuchan ni miran las necesidades del resto de los grupos sociales, y únicamente reproducen lo que es de su beneficio. Ciudades en las que se desvanece el atributo democrático que debería tener el espacio público ante su privatización y mercantilización. De tal modo que no puede existir un contrapeso significativo de la sociedad civil que dispute esta noción mercantilista en la toma de decisiones. Con ello se desvanece, también, el significado de la ciudadanía.
La ciudadanía pareciera entonces que tiene una condición mensurable, donde hay “más ciudadanía” o “déficit de ciudadanía” según las condiciones socioeconómicas de la persona o del grupo de personas a quienes se haga referencia.
Jordi Borja (2020) nos alerta ante la idea de que “cuando la ciudad es mercancía deja de ser ciudad” y nos dice que estamos “ante una ofensiva antidemocrática, excluyente socialmente […] El Estado está corrompido y corrompe a la sociedad y destruye los lazos de la conciudadana. Los derechos políticos formales se pervierten o se vulneran. Los derechos sociales se anulan. Los bienes públicos se subastan, se dan a bajo precio mediante la complicidad público-privada. Los servicios públicos, se privatizan. La sociedad existe, pero las políticas neoliberales la fragmentan, la degradan, la atomizan, la someten a los poderes económicos en muchos casos invisibles, y la desprotegen, dejándola sin derechos y sin poder. No es del todo una realidad, pero sí una muy fuerte tendencia.”[6]
La pregunta que se abre ante el panorama descrito es ¿Cómo proponer una urbanización que no convierta a la ciudad en mercancía? ¿Cómo imaginar posibilidades de una ciudad en la que pueda vivir la ciudadanía entera?
3. El Paseo de la Reforma como recorrido simbólico de luchas y ocupaciones del espacio.
La Glorieta de las mujeres que luchan aparece como una anti monumenta temporal: los anti monumentos son erigidos para exigir justicia por las víctimas de violencia de género y feminicidios, en honor a las madres que exigen justicia por sus hijas víctimas de feminicidio en México. La arquitectura es marcada de forma masculina, hasta los nombres: se ve la importancia de la tipología y de la fuerte simbología que tiene. Fue instalado el 25 de septiembre de 2021, después de que la estatua de Cristóbal Colón fuera retirada el 10 de octubre de 2020 (el día de la Raza siendo el 12), dando un nuevo sentido a un espacio simbólico dedicado anteriormente a una persona específica. Esta anti monumenta se inscribe en la problemática de la división entre espacio doméstico, espacio público y vida privada que retoma Françoise Collin en su artículo de 1994. Dice que una mujer nunca está en su hogar, por culpa entre otros de la hostilidad del espacio por todas partes, lo que ilustra este movimiento en memoria de los feminicidios. La autora describe la calle como canal de tránsito, una forma de resistencia y de encuentro: es aquí retomado para hacerlo un espacio de lucha y reivindicaciones.
Por otra parte, la apropiación simbólica del espacio público por parte de mujeres luchadoras puede ser a través del graffiti, o sea de una ocupación que puede ser más temporal. En algunos de los pedestales de las estatuas que se ubican en Paseo de Reforma, se pueden ver grafitis feministas. La idea aparece como “dejarse ver”, para desandar la histórica dicotomía público/hombre y privado/mujer, como acto de protesta visual. Como lo subrayan Muxi, Zaida et al (2011), los espacios físicos condicionan el derecho a la ciudad. Es sin embargo necesario tomar cuidado con su llamada al “uso del género como categoría analítica básica”: hace falta reconocer la diversidad de las experiencias de las mujeres o otros géneros disidentes, entre otros en su uso del espacio público exterior, como le pone hincapié el grafiti del símbolo transfeminista en una de las estatuas del paseo de Reforma. Retoman entonces el dicho que “lo privado es político”, explorando una “geografía de la presencia”[7], reclamando a través de lo mismo un derecho igual al espacio público y a su uso. Expresión efímera que será probablemente borrada por los servicios municipales, atestiguando de una co-presencia de las luchas y de la vida urbana.
Finalmente, la ocupación del espacio público por parte de grupos puede ser negado o dejado de lado. El mercado indígena que se ubicaba para el día de muertos en un estacionamiento que recibirá una de las torres del proyecto está relegado en un estacionamiento desalineado de la calle. Visualmente, se destaca esta ubicación por su altura (o falta de altura) en comparación con los inmuebles altos que lo rodean: paseando por Reforma, se entiende que este espacio recibe un uso diferente del resto. El gran póster de la entrada explica a los transeúntes lo que es este mercado, ayudado en eso por las guirnaldas de colores suspendidas por encima del mercado. El suelo es también radicalmente diferente, pasando del concreto de la calle al piso de tierra usada para el estacionamiento. Puede entonces aparecer un sentido de estética en este paseo turístico y central en la economía chilanga al poner de lado esta ocupación mercantil del espacio. El concepto de espacio público usado de manera abstracta “ha servido en el discurso político para describir escenarios deseables de una vida urbana”[8]: el concepto ha servido para legitimar acciones de “recuperación” del espacio público, provocando la reubicación de comerciantes ambulantes.
Conclusiones
La creciente urbanización que se ha visto acentuada sobre todo en las últimas tres décadas forma parte de una dinámica capitalista de corte neoliberal a nivel global, que pretende expandir sus formas de hacer ciudad hacia todos los rincones del planeta y que desde luego han quedado impresos en diferentes espacios de nuestro país. Tal es el caso de la avenida Paseo de la Reforma. Dicha vía ha sido uno de los principales objetivos de la puesta en marcha de una campaña urbanística a gran escala, la cual ha transformado considerablemente el paisaje urbano en consonancia con los intereses del capital trasnacional y en detrimento de los residentes de las áreas aledañas e incluso de diferentes grupos de población que de una u otra forma se han visto involucrados.
Ejemplo de ello se encuentra materializado en el ambicioso proyecto de la Torre Reforma-Colón cuya magnitud está proyectada como una de las obras de infraestructura más importantes en toda Latinoamérica con más de 65 niveles en la vertical. En este sentido, diferentes manifestaciones se han observado en estos espacios y no precisamente concuerdan con el ideal de mejora para la población en general. Situaciones como la gentrificación de la zona, la exclusión social, el abandono de predios debido al alza del valor de suelo, la mercantilización de las relaciones sociales, las presiones sobre los recursos medioambientales como el agua, la transformación de paisaje y la importancia que tendrá para el peatón son algunas de las más evidentes consecuencias de esta frenética carrera urbanística.
Estas formas de hacer ciudad llevan a plantear diferentes preguntas que cuestionan los modos, los beneficios y los alcances de estos grandes megaproyectos. Algunas de las interrogantes que surgen son: ¿cuál es el sentido de la urbanización y modernización del país?; ¿para quién está hecha la ciudad?; ¿quiénes son los verdaderos beneficiados de la construcción de estas grandes infraestructuras?; y en este sentido, también vale la pena plantearse ¿hay otras formas de hacer ciudad?; ¿qué mecanismos podrían ayudar en la toma de decisiones a la hora de crear nuevos espacios urbanos que respondan mejor a las necesidades de la sociedad?
En consonancia con lo anterior y como parte de una propuesta que vaya dirigida a mejorar las condiciones no deseables para nuestras sociedades, tendría que revisarse el tema de la participación ciudadana de manera efectiva, vinculante y protagónica en lugar de solo como estrategia política utópica. El énfasis en la participación ciudadana como parte de la construcción de las políticas urbanas que garanticen mayor incidencia para la toma de decisiones desde abajo, es decir, desde lo local, pasando posteriormente con lo estatal y en correspondencia con el nivel federal ayudaría a combatir muchos vacíos que existen en la actualidad referentes a la toma de decisiones desde arriba y la poca o nula participación efectiva de la sociedad. La creación de organismos descentralizados y un marco jurídico legal que permita mayor incidencia y participación de lo local sin oponerse a lo federal podría ser una de las vías para la construcción de ciudad más afín con las necesidades reales de la sociedad.
Referencias bibliográficas
Borja, Jordi. (2020) “Ciudadanía y derechos en una nueva era”. En Vélez. F (comp.) Sobre el derecho a la ciudad. (pp. 81-117). UNAM
Collin, Françoise. (1994) Espacio doméstico, Espacio público, vida privada. Madrid:
Seminario Permanente “Ciudad espacio público”.
Delgadillo, Víctor. (2021, 27 de junio). Habitar el patrimonio urbano en pandemia. El País. https://elpais.com/elpais/2021/06/14/seres_urbanos/1623671624_869165.html
Lavrin, Asunción. (2007). La patria en el Paseo de La Reforma. Revista mexicana de sociología, 69(2), 373-380. Recuperado en 06 de diciembre de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-25032007000200006&lng=es&tlng=es.
Muxi, Zaida (et al) (2011) “¿Qué aporta la perspectiva de género al urbanismo?” En
Feminismos N°17, coordinado por María Elia Gutiérrez Mozo, Revista del Centro de
Estudios sobre la Mujer.
Ramírez, Patricia. (2021) “La ciudad Neoliberal en Santa Fe. El sentido privado del espacio público”. En Espacios públicos y ciudadanías en conflicto en la Ciudad de México (pp.391-426). UNAM y Juan Pablos
Tamayo, Sergio. (2007). Los desafíos del Bando 2. Evaluación multidimensional de las políticas habitacionales en el Distrito Federal 2000-2006. Distrito Federal: Grupo San Jorge.