8M: una mirada para callar y acompañar
marzo 19, 20208M-Día Internacional de la Mujer. Una versión a la distancia y desde las periferias del centro de la CDMX
marzo 24, 2020Las consignas feministas, como herramienta de apropiación del espacio público
Por Varinia Loya Ramírez
Un día antes, desde una conurbación cercana a la Ciudad de México, los grupos de whatsapp estaban muy activos, mujeres desconocidas y conocidas hacían planes para acudir ¿Juntas o separadas? ¿Con hijos o sin hijos? ¿En coche o en camión?
Por la tarde, salí a buscar un sombrero para la marcha y me encontré con una conocida que también se preparaba para la marcha, estaba en busca de un pañuelo morado. Este 8 de marzo es distinto a otros, como nunca, medios de comunicación masivos propagan su importancia pues se trataba de la convocatoria más grande que haya visto hasta ahora. El clima político ayudó y la emergencia nacional contra la violencia feminicida fue su argumento central, muchas mujeres marcharían por primera vez este 8 de marzo.
Cuando llegamos a la ciudad, desde el automóvil por Calzada de Tlalpan observamos que había en camino muchas mujeres más como nosotras, con pancartas, mantas, ropa y pañuelos verdes y morados. Finalmente nos estacionamos y subimos al metro alrededor de las 14:30 horas, casi al llegar a la estación “Revolución” surge la primera consigna “¡alerta! ¡alerta! ¡alerta! que camina la lucha feminista por América Latina!, se puede ver la piel erizada en los ojos de las personas con las que compartimos el transporte, las miradas de sorpresa al revelarse el misterio de tanto alboroto, de lo extraño de ese domingo en el metro.
Por la tarde, salí a buscar un sombrero para la marcha y me encontré con una conocida que también se preparaba para la marcha, estaba en busca de un pañuelo morado. Este 8 de marzo es distinto a otros, como nunca, medios de comunicación masivos propagan su importancia pues se trataba de la convocatoria más grande que haya visto hasta ahora. El clima político ayudó y la emergencia nacional contra la violencia feminicida fue su argumento central, muchas mujeres marcharían por primera vez este 8 de marzo.
Cuando llegamos a la ciudad, desde el automóvil por Calzada de Tlalpan observamos que había en camino muchas mujeres más como nosotras, con pancartas, mantas, ropa y pañuelos verdes y morados. Finalmente nos estacionamos y subimos al metro alrededor de las 14:30 horas, casi al llegar a la estación “Revolución” surge la primera consigna “¡alerta! ¡alerta! ¡alerta! que camina la lucha feminista por América Latina!, se puede ver la piel erizada en los ojos de las personas con las que compartimos el transporte, las miradas de sorpresa al revelarse el misterio de tanto alboroto, de lo extraño de ese domingo en el metro.
Al salir del metro Revolución un río de mujeres nos guía, además de la consigna que se escucha ¡Somos malas y podemos ser peores! y, hay que decirlo, uno de los nuevos rascacielos de Reforma que también sirve como referencia para orientarnos. Al llegar al monumento de la Revolución rápidamente nos encontramos varadas por al menos veinte minutos en un apretado, caluroso e inmóvil tumulto. Al parecer nos encontramos en medio de un contingente de mujeres debutantes en el arte de marchar, gritar y reconocerse en la indignación de las otras, van muy bien preparadas para la marcha: maquilladas, todas con la misma camisa y cruces moradas.
Las consignas sobre el aborto en esta parte no cesan ¡Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal! Sin embargo, a varias mujeres se les ve azoradas pero discretas y silenciosas, de vez en cuando se les escapa un leve gesto de desaprobación. Entre una y otra consigna se escucha ¡Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres delante de la gente!; por curiosidad, les pregunto ¿De dónde vienen?, una de ellas -sube los hombros- me responde defensivamente “de muchos lado, nos llamamos la grupa”. Otra, mucho más joven me dice que vienen “de la UP” y entre gritos pro aborto nos alejamos para buscar una salida, pero antes de lograr salir de ese embudo humano pasamos a un lado de un grupo de personas rezando por el fin del aborto.
Las consignas sobre el aborto en esta parte no cesan ¡Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal! Sin embargo, a varias mujeres se les ve azoradas pero discretas y silenciosas, de vez en cuando se les escapa un leve gesto de desaprobación. Entre una y otra consigna se escucha ¡Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres delante de la gente!; por curiosidad, les pregunto ¿De dónde vienen?, una de ellas -sube los hombros- me responde defensivamente “de muchos lado, nos llamamos la grupa”. Otra, mucho más joven me dice que vienen “de la UP” y entre gritos pro aborto nos alejamos para buscar una salida, pero antes de lograr salir de ese embudo humano pasamos a un lado de un grupo de personas rezando por el fin del aborto.
En medio de Reforma y Avenida Juárez, entre El Caballito y la Fuente de la República nos volvemos lindero en un extraño y novedoso fenómeno que llamaré de insularidad para nombrar al acto en el que, un grupo de personas, se auto contiene formando islas humanas mediante cuerdas e hilos de distintos grosores, materiales y colores presuntamente para resguardarse y distinguirse unas de otras. En los bordes de estas ínsulas vimos cómo, alrededor de seis mujeres, se subieron al Caballito para rayarlo con spray y los gritos de apoyo no se hicieron esperar y la consigna de ¡Fuimos todas, fuimos todas, fuimos todas! opacó la de ¡No violencia! ¡No violencia! ¡No violencia!
La acción directa de uno de los bloques negros, parecía seguirnos el paso; de pronto, nos encontrábamos caminando muy cerca del sonido de vidrios rotos, gente corriendo y lo que no supimos distinguir ¿gas pimienta, humo de extintor o por quema? Ante esto, se escucha fuerte ¡No violencia! ¡No violencia! ¡No violencia!
El bloque negro y las mujeres policías se enfrentaron con más fuerza en las vallas puestas en torno a la escultura ecuestre ubicada frente a Bellas Artes. Desde la Alameda Central, observamos que las macanas se movían de un lado a otro y los toletes resistían a los objetos aventados. Ese lugar, sin duda, era el centro del que proviene el humo.
Ante la insistencia sobre la posibilidad de que las entradas alternas a Madero se podrían saturar si no nos apuramos, seguimos nuestro camino y entramos por Tacubaya, mucho más fluida y tranquila, salvo porque casi llegando al Zócalo pasamos sobre unas vallas de metal que con nuestras pisadas hacían mucho ruido, además de que el hecho mismo de que estuvieran en el suelo reflejaba un enfrentamiento.
El Zócalo repleto de mujeres sentadas en el piso, en forma de círculos que variaban en número de integrantes, se encontraban cantando, platicando y caminando. En un espacio con pinta de templete –por cierto, el más desparpajado que he visto- se encontraba lleno de mujeres provistas de pancartas, parecían disfrutar de su posición y visión panorámica.
El 8 de marzo es el hogar de las consignas
¡Alerta, alerta, alerta que camina… la lucha feminista por América Latina!,
¡Somos malas y podemos ser peores!,
¡Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal!
¡Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres delante de la gente!,
¡Fuimos todas, fuimos todas, fuimos todas!,
¡No violencia! ¡No violencia! ¡No violencia!
La marcha del 2020 tuvo una participación sin precedente con todo y los casos de coronavirus confirmados en la ciudad. Las consignas son muestra de las diferentes posturas sobre los principales problemas que aquejan actualmente a las mujeres en el país. Son dispositivos de distinción que propician cohesión social entre grupos previamente constituidos, que se congregan en torno a la causa feminista y que tienen en el 8 de marzo un lugar de encuentro. A través de las consignas se expresan las distintas posiciones políticas al interior del feminismo frente a expresiones de destrucción y de violencia.
La acción directa de uno de los bloques negros, parecía seguirnos el paso; de pronto, nos encontrábamos caminando muy cerca del sonido de vidrios rotos, gente corriendo y lo que no supimos distinguir ¿gas pimienta, humo de extintor o por quema? Ante esto, se escucha fuerte ¡No violencia! ¡No violencia! ¡No violencia!
El bloque negro y las mujeres policías se enfrentaron con más fuerza en las vallas puestas en torno a la escultura ecuestre ubicada frente a Bellas Artes. Desde la Alameda Central, observamos que las macanas se movían de un lado a otro y los toletes resistían a los objetos aventados. Ese lugar, sin duda, era el centro del que proviene el humo.
Ante la insistencia sobre la posibilidad de que las entradas alternas a Madero se podrían saturar si no nos apuramos, seguimos nuestro camino y entramos por Tacubaya, mucho más fluida y tranquila, salvo porque casi llegando al Zócalo pasamos sobre unas vallas de metal que con nuestras pisadas hacían mucho ruido, además de que el hecho mismo de que estuvieran en el suelo reflejaba un enfrentamiento.
El Zócalo repleto de mujeres sentadas en el piso, en forma de círculos que variaban en número de integrantes, se encontraban cantando, platicando y caminando. En un espacio con pinta de templete –por cierto, el más desparpajado que he visto- se encontraba lleno de mujeres provistas de pancartas, parecían disfrutar de su posición y visión panorámica.
El 8 de marzo es el hogar de las consignas
¡Alerta, alerta, alerta que camina… la lucha feminista por América Latina!,
¡Somos malas y podemos ser peores!,
¡Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal!
¡Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres delante de la gente!,
¡Fuimos todas, fuimos todas, fuimos todas!,
¡No violencia! ¡No violencia! ¡No violencia!
La marcha del 2020 tuvo una participación sin precedente con todo y los casos de coronavirus confirmados en la ciudad. Las consignas son muestra de las diferentes posturas sobre los principales problemas que aquejan actualmente a las mujeres en el país. Son dispositivos de distinción que propician cohesión social entre grupos previamente constituidos, que se congregan en torno a la causa feminista y que tienen en el 8 de marzo un lugar de encuentro. A través de las consignas se expresan las distintas posiciones políticas al interior del feminismo frente a expresiones de destrucción y de violencia.