¿Los extremos se tocan? El Paro Internacional Feminista en Argentina y México
marzo 12, 20208M: una mirada para callar y acompañar
marzo 19, 2020Desde la perspectiva de considerar el espacio urbano como un texto, un acto de escritura y sus múltiples significantes; el acto de caminar en la ciudad será lo que la enunciación es a la lengua, hablamos de una enunciación peatonal(De Certeau,2010).En el acto colectivo de caminar, recorrer las calles se escribe el texto urbano, donde se inscriben significados diversos en un orden espacial que organiza un conjunto de posibilidades y prohibiciones, las desplaza e inventa otras, subvierte y trasgrede. El caminante, el peatón, transforma el significante espacial. Abordado desde esta óptica, la marcha del pasado 8 de marzo dejó su impronta en el espacio urbano.
Las jacarandas de la Avenida Paseo de la Reforma y la Alameda Central como en el resto de la ciudad florecen en marzo inundando de color lila el paisaje de la ciudad, su esplendor es breve. En mi memoria las manifestaciones o marchas del 8 de marzo siempre van unidas al esplendor de las jacarandas. Estas marchas han sido en algunos años más numerosas que en otros, ya sea con menos o con más mujeres pero persistentes irrumpen para exigir libertades para las mujeres; legalización del aborto, denunciar la desigualdad, la violencia y en los últimos años, ya no solo el hecho de ser violentada, abusa o acosada, sino asesinada. Los feminicidios crecen como el miedo, la indignación y el coraje de las mujeres en el país.
Este ocho de marzo supe que sería una manifestación diferente, lo percibí desde que salí del metro Hidalgo y caminé por Avenida Reforma para llegar al monumento a la Revolución, una marea morada invadía las calles. Al tratar de llegar al monumento a la Revolución me di cuenta que era imposible ir a contracorriente de los primeros grupos que avanzaban sobre Reforma a la altura del cruce con Avenida Juárez. Cientos de mujeres acompañaban los contingentes caminando por las laterales de Avenida Reforma. En busca de las “mías”, seguí avanzando a contracorriente-como siempre- y pase junto a un grupo de jóvenes que cantaban y gritaban consignas como: “somos el grito de las que no tienen voz”, “ni una más”, en las escaleras del Edificio de la Lotería Nacional con sus muros pintados con spray de color verde, morado, negro, azul.
Mientras avanzaba trataba de encontrar a alguna colega, amiga que sabía participaban en la marcha. Trepe en un bolardo de cemento justo en el momento en que un grupo de cuatro jóvenes con el rostro cubierto pateaban con fuerza y coraje las barreras metálicas que cubrían los edificios sobre Avenida Reforma. A los golpes secos que producían las vallas al chocar en el piso, se impuso el grito de “No violencia”, “No violencia”, ignorando este reclamo, las chicas de negro y pañoleta verde sacudían a patadas las láminas que protegían los edificios, hasta derribarlas; al mismo tiempo, unos metros adelante, se levantaba una llamarada de fuego y humo, en ese momento el bloque de contingentes que avanzaba por la Avenida Reforma, por un momento se rompió cuando muchas mujeres corrieron despavoridas y se replegaron al otro lado de la Avenida.
Este ocho de marzo supe que sería una manifestación diferente, lo percibí desde que salí del metro Hidalgo y caminé por Avenida Reforma para llegar al monumento a la Revolución, una marea morada invadía las calles. Al tratar de llegar al monumento a la Revolución me di cuenta que era imposible ir a contracorriente de los primeros grupos que avanzaban sobre Reforma a la altura del cruce con Avenida Juárez. Cientos de mujeres acompañaban los contingentes caminando por las laterales de Avenida Reforma. En busca de las “mías”, seguí avanzando a contracorriente-como siempre- y pase junto a un grupo de jóvenes que cantaban y gritaban consignas como: “somos el grito de las que no tienen voz”, “ni una más”, en las escaleras del Edificio de la Lotería Nacional con sus muros pintados con spray de color verde, morado, negro, azul.
Mientras avanzaba trataba de encontrar a alguna colega, amiga que sabía participaban en la marcha. Trepe en un bolardo de cemento justo en el momento en que un grupo de cuatro jóvenes con el rostro cubierto pateaban con fuerza y coraje las barreras metálicas que cubrían los edificios sobre Avenida Reforma. A los golpes secos que producían las vallas al chocar en el piso, se impuso el grito de “No violencia”, “No violencia”, ignorando este reclamo, las chicas de negro y pañoleta verde sacudían a patadas las láminas que protegían los edificios, hasta derribarlas; al mismo tiempo, unos metros adelante, se levantaba una llamarada de fuego y humo, en ese momento el bloque de contingentes que avanzaba por la Avenida Reforma, por un momento se rompió cuando muchas mujeres corrieron despavoridas y se replegaron al otro lado de la Avenida.
Pese a todo, la marcha siguió avanzando. Observe a las mujeres de camisetas moradas, lilas, blancas, con leyendas del ”nueve nadie se mueve”, perfectamente maquilladas, pese al calor de las tres de la tarde que golpeaba con intensidad, iban vestidas para la ocasión, gorras de marca y lentes obscuros, botellas de agua en mano, la mayoría de ellas jóvenes, algunas niñas, muchas se mantenían expectantes y sorprendidas, con esa fascinación y asombro de quien está frente a lo inédito: mujeres destrozando vidrios y vallas metálicas, prendiendo llamaradas y lanzando frases en aerosol ¡Ni una más !
La salida de los contingentes del Monumento a la Revolución donde fue la cita se distribuyeron en las calles aledañas para poder avanzar. Una columna avanzó sobre Avenida Reforma y la otra por Avenida de la República, ambas columnas se unían en la glorieta donde está la fuente y la escultura del Caballito del artista plástico Sebastián. Ahílos gritos de júbilo se encendieron cuando un grupo de chicas con los rostros enrojecidos por el calor, la ropa pintada por diferentes colores, con botes de pintura en las manos, treparon y tiñeron el agua de la fuente de la glorieta del Caballito de color rosa.
Muchos contingentes salían de la marcha por Eje Central, a un grupo de “las niñas bien” parafraseando a Guadalupe Loaeza, una guía les indicaba que saldrían una calle antes que no se dispersaran y no siguieran avanzando al Zócalo, muchas se guiaban en su teléfono celular “chécalo en google maps”, le decía una a otra. Recordé a Borges y El jardín de los senderos que se bifurcan al pasar por la Alameda con rumbo a la plancha del Zócalo, percibí como ahí, en este lugar la marcha de las mujeres trasmutaba.
La columna morada que parecía no tener fin, en Eje Central, daba vuelta a la izquierda y se adentraban en la Avenida 5 de mayo, los contingentes ahora menos compactos permitían atravesarlos de una banqueta a otra. En avenida 5 de mayo a unas calles del Edificio Del Nacional Monte de Piedad un grupo de cinco mujeres de tops negros, brazos descubiertos y rostros ocultos, se lanzó a patadas y martillazos contra las vallas que protegían los edificios históricos para dejar testimonio de su rabia en los muros. Durante algunos minutos, en cada estruendo que generaba la caída de este “muro” físico y simbólico, se producía una catarsis colectiva y un grito cómplice que resonaba en toda la calle: “Fuimos todas”, “Fuimos todas”, y sí, pensé, se necesita de un acto colectivo para avanzar, jalonear y entrar a las entrañas y símbolos del poder de este país para hacerse escuchar.
Llegué al Zócalo y me encontré finalmente con amigas, colegas y las mujeres de varias marchas ya recorridas y seguramente de aquellas por venir.
Las diferencias como reconocía De Certeau entre los mapas, ahora google maps, y sus coordenadas en el territorio, nunca serán las coordenadas de la rabia y la fuerza que impulsan y orientan las luchas y voces de muchas mujeres “políticamente incorrectas” para hacerse escuchar y escribir el texto de la indignación en cada calle y avenida recorridas durante esta manifestación del ocho de marzo del 2020.
Referencias.
De Certeau Michel (2010) La invención de lo Cotidiano.1 Artes de hacer. Universidad Iberoamericana, ITESO, Ciudad de México.
[1] Maestra en Ciencias Políticas y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (FCPyS-UNAM)
La salida de los contingentes del Monumento a la Revolución donde fue la cita se distribuyeron en las calles aledañas para poder avanzar. Una columna avanzó sobre Avenida Reforma y la otra por Avenida de la República, ambas columnas se unían en la glorieta donde está la fuente y la escultura del Caballito del artista plástico Sebastián. Ahílos gritos de júbilo se encendieron cuando un grupo de chicas con los rostros enrojecidos por el calor, la ropa pintada por diferentes colores, con botes de pintura en las manos, treparon y tiñeron el agua de la fuente de la glorieta del Caballito de color rosa.
Muchos contingentes salían de la marcha por Eje Central, a un grupo de “las niñas bien” parafraseando a Guadalupe Loaeza, una guía les indicaba que saldrían una calle antes que no se dispersaran y no siguieran avanzando al Zócalo, muchas se guiaban en su teléfono celular “chécalo en google maps”, le decía una a otra. Recordé a Borges y El jardín de los senderos que se bifurcan al pasar por la Alameda con rumbo a la plancha del Zócalo, percibí como ahí, en este lugar la marcha de las mujeres trasmutaba.
La columna morada que parecía no tener fin, en Eje Central, daba vuelta a la izquierda y se adentraban en la Avenida 5 de mayo, los contingentes ahora menos compactos permitían atravesarlos de una banqueta a otra. En avenida 5 de mayo a unas calles del Edificio Del Nacional Monte de Piedad un grupo de cinco mujeres de tops negros, brazos descubiertos y rostros ocultos, se lanzó a patadas y martillazos contra las vallas que protegían los edificios históricos para dejar testimonio de su rabia en los muros. Durante algunos minutos, en cada estruendo que generaba la caída de este “muro” físico y simbólico, se producía una catarsis colectiva y un grito cómplice que resonaba en toda la calle: “Fuimos todas”, “Fuimos todas”, y sí, pensé, se necesita de un acto colectivo para avanzar, jalonear y entrar a las entrañas y símbolos del poder de este país para hacerse escuchar.
Llegué al Zócalo y me encontré finalmente con amigas, colegas y las mujeres de varias marchas ya recorridas y seguramente de aquellas por venir.
Las diferencias como reconocía De Certeau entre los mapas, ahora google maps, y sus coordenadas en el territorio, nunca serán las coordenadas de la rabia y la fuerza que impulsan y orientan las luchas y voces de muchas mujeres “políticamente incorrectas” para hacerse escuchar y escribir el texto de la indignación en cada calle y avenida recorridas durante esta manifestación del ocho de marzo del 2020.
Referencias.
De Certeau Michel (2010) La invención de lo Cotidiano.1 Artes de hacer. Universidad Iberoamericana, ITESO, Ciudad de México.
[1] Maestra en Ciencias Políticas y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (FCPyS-UNAM)
Fotografía: Patricia Ramírez Kuri
Fotografía: Patricia Ramírez