El cuidado infantil como parte de la seguridad laboral de mujeres trabajadoras en Ciudad Juárez.
abril 26, 2023Habitar las fronteras (de clase) urbanas
julio 17, 2023El trabajo como motivo de celebración. El “día de los albañiles, constructores de la ciudad
Yutzil Cadena[1]
La ciudad, concebida como espacio social, es producto y productora de una diversidad de formas de trabajar y mayo, podría ser el mes en el que más celebraciones hay en torno festejar o conmemorar algunas formas de trabajo remuneradas, no remuneradas, formales o informales. En este sentido, el trabajo es práctica y representación social a partir del cual se configuran formas de habitar, de identidad, de pertenencia, afectividades y de clasificación social. Reconocer las distintas formas de trabajo, en todo caso, implica un ejercicio cotidiano. Normalmente cuando se piensa en el trabajo, el 1° de mayo sería la primera fecha que se recuerda, este día es de asueto nacional y se conmemora el “día internacional de los trabajadores”; la fecha quedó establecida para recordar y reivindicar a los trabajadores obreros y sindicatos de trabajadores que han luchado por mejores condiciones de trabajo y en la Ciudad de México cada año salen a las calles para marchar al Zócalo, la plaza pública central de la capital del país.
No obstante, en esta ocasión interesa reflexionar sobre el 3 de mayo “el día de los albañiles” que en el calendario está establecido como “el día de la Santa Cruz”. En este día, las celebraciones se realizan a través de la colocación de una cruz católica -adornada con flores- colocada en lo alto de la construcción para pedir por un buen término, se realizan misas católicas y se organizan comidas para los trabajadores de la construcción y estas celebraciones son realizadas principalmente en el lugar de trabajo conocido como la obra. Históricamente esta festividad ha estado presente en la ciudad desde la época colonial. A partir del sistema gremial quedó estipulado, bajo ciertas ordenanzas, las formas de aprendizaje y para ejercer las artes y los oficios, a cada gremio se le asignó una calle en la ciudad para establecerse y, además, cada gremio se organizaba religiosamente en cofradías. El gremio de los albañiles era de los pocos gremios que no tenía un lugar o calle establecida como lugar de trabajo y su cofradía quedó establecida bajo el patrocinio de la Santa Cruz y su festejo se estableció el 3 de mayo (Carrera, 1954; Cruz, 1960). De acuerdo con algunos registros, el gremio de los albañiles se caracterizaba por estar conformado principalmente por población indígena y, aunque en el sistema gremial los rangos que podían adquirirse eran los de aprendiz, oficial, maestro y veedor (supervisor), en el caso de los albañiles los rangos alcanzados fueron los de aprendiz y oficial. Contrariamente a esta posición social, en el sector de la construcción, los arquitectos constituyeron un gremio representado por población española que ocupó principalmente los rangos de maestros y veedores (Pérez, 2011).
Actualmente, la albañilería es un oficio que se aprende en la práctica. En la ciudad, se puede ver a los albañiles laborando de dos maneras en el sector de la construcción: ya sea en alguna empresa constructora como empleado o subempleado o como trabajador independiente o subordinado en los procesos de autoconstrucción y autoproducción. Algunos estudios han identificado que una gran parte de estos trabajadores, mayoritariamente hombres, tienen baja escolaridad, una trayectoria de migración interna y su residencia en la ciudad se encuentra en las periferias urbanas. Se ha construido una representación social estigmatizada, referentes de prejuicios culturales y estereotipos, considerándolos la mayoría de las veces como marginales y pertenecientes a los estratos más bajos de la escala social (Sánchez, 1990; Bueno, 1994; Zirión, 2013; Cadena, 2014). Sin embargo, a través de aproximaciones a las experiencias y narrativas de los trabajadores se ha dado cuenta que poseen un gran ingenio popular para laborar y en sus formas de pensar y habitar en la obra (Zirión, 2013). Si bien, ante la falta de oportunidades laborales, sobre todo para muchos hombres que llegan a la ciudad, la albañilería es un oficio que puede ser cansado, laborioso, peligroso, pesado y riesgoso, la mayoría de las experiencias reconoce que en un inicio se aprende por “necesidad” económica pero se permanece en él después de experimentar una revaloración del oficio y logra ser considerado por quienes lo trabajan como un oficio “muy noble”.
Como aprendiz o chalan su principal herramienta de trabajo es su cuerpo y su fuerza humana, a través de ella aprenden a ejecutar instrucciones sencillas (jalar, levantar, empujar, acomodar y recoger), aprenden algunas tareas básicas como identificar los materiales que se utilizan y a usar las herramientas básicas (pala, pico, cuchara, cincel, entre otras). Cuando se logra subir al rango de oficial, es porque ha acumulado experiencia, ya ha sido nombrado responsable en diversas tareas del proceso de construcción y sabe de otras especialidades como plomería, carpintería o electricidad. Algunos trabajadores cuando llegan a oficiales buscan la independencia laboral, van organizando un equipo de trabajo y aceptan trabajos u obras como encargados, por cuenta propia. De esta manera, es como se va adquiriendo el rango y estatus de maestro albañil, que en su experiencia de trabajador reconoce portar un saber más especializado, sabe interpretar planos, dirige y supervisa la obra. En el oficio el prestigio se adquiere con el reconocimiento de los clientes, el reconocimiento de ser “buen maestro albañil” se construye con el tiempo y la experiencia de trabajo. En esta ciudad, ser albañil es un oficio fundamental que no se aprende en la educación formal, conserva una estructura de aprendizaje del sistema gremial que imperó en la ciudad colonial. Valdría la pena preguntarse el por qué de su representación social y la estigmatización en torno al trabajo y los trabajadores. La falta de reconocimiento social, económico y político reproduce la representación social estigmatizante como actor marginal y subalterno en la producción de la ciudad.
Referencias bibliográficas:
Bueno, Carmen (1994) Flor de andamio: los oficios de la construcción de la vivienda en la Ciudad de México. México: CIESAS.
Nieto, Raúl y Yutzil Cadena (2014) “Identidades laborales y profesionales en la industria de la construcción, cromáticas del trabajo” en Los nuevos estudios laborales en México. Perspectivas actuales. México: UAM-I: Ed. Miguel Angel Porrúa.
Carrera, Manuel (1954) Gremios mexicanos; la organización gremial de la Nueva España 1521-1862. México:EDIAPSA.
Cruz, Francisco (1960) Las artes y los gremios en la Nueva España. México:JUS.
Pérez. Sonia (2011) Trabajadores, espacio urbano y sociabilidad en la Ciudad de México 1970-1867. México: UAM-I: Ed. Miguel Angel Porrúa.
Sanchez, Lourdes (1990) Diferencias regionales y migración temporal en México, el caso de los obreros de la construcción. Tesis de maestría en Estudios Regionales, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
Zirión, Antonio (2013) La construcción del habitar. Transformación del espacio y cultura albañil en la ciudad de México a principios del siglo XXI. México: UAM-I: Juan Pablos Editor.
[1] Investigadora postdoctoral en el Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM-CONACYT.