Informalidad laboral y precarización social en la ZMCM
febrero 20, 2023La percepción de un espiral de violencias dentro de la marcha del 8 de marzo del 2023.
abril 7, 2023El espacio público, es un lugar de encuentro entre diferentes, pero también es un lugar de denuncia, donde la ciudadanía y los cuerpos se expresan políticamente; es en las calles de la ciudad dónde se refleja su vitalidad o su enfermedad. Así, el miércoles 8 de marzo de 2023 se realizaron marchas en los diferentes estados del país. En la Ciudad de México, un río de verde y morado recorrió la Av. Paseo de la Reforma, Juárez, y la calle 5 de mayo, hasta llegar al Zócalo, la plaza pública más emblemática de la capital y del país.
Mujeres con distintas voces salieron a las calles para recordar que queremos vivir seguras, no queremos que “ni una más” y “ni una menos” desaparezca, sea asesinada, violada, abusada, acosada o violentada. Imágenes y ecos desplegaron reclamos tales como “Quiero vivir, no sobrevivir”, “Abandona a tu Diego Rivera”, “No somos histéricas, somos históricas”, “Si tu voz no alcanza a todas, gritamos por ti”, “Las niñas no se tocan, yo le creo a mi hija” “En México el feminismo incomoda más que los feminicidios”, “Les causa más conflicto tener una feminista que tener un violador en la familia”. El eco de las consignas retumbó en los edificios y en los monumentos que se encontraban en las laderas, resguardados por bayas de metal y de mujeres policías.
El río de mujeres tomó las calles, las caminó, bailó, brincó y gritó “Basta ya!!”, “Cálmense, queremos justicia no venganza”, “Marcho porque estoy viva y no sé hasta cuando”, como huellas, quedaron las marcas, los colores, los símbolos y las calles fueron cubiertas de demandas, de rostros femeninos, de aquellas que han desaparecido y/o asesinado. También, se mostraron rostros masculinos que han representado la parte agresora del machismo y del patriarcado, que aún sigue operando en diferentes niveles de la sociedad. “El cambio está en mí cuando desafío las conductas machistas de otros hombres”, dice la playera lila en la espalda de un cuerpo masculino.
Mientras el río de mujeres se mantenía en movimiento se podía escuchar claro y fuerte el propósito de la movilización, muchas fueron las formas de expresión: algunos contingentes pararon para guardar un minuto de silencio o levantar el puño para recordar a las que ya no están, también se observó el performance de las mujeres en bicicleta con el pecho desnudo, los colectivos con cantos, danza y música, así como las mujeres de negro con el rostro cubierto que no se hicieron esperar. Otras mujeres con chaleco naranja operaron y se movilizaron para desarticular cualquier acción que pusiera en riesgo la movilización. Desde otra posición, pero también presentes, mujeres trabajando en el comercio de productos alusivos a la marcha y con venta de alimentos y bebidas.
Así, mientras se oscurecía, el caudal del río siguió desde diferentes puntos de la ciudad hasta la explanada del Zócalo, pero como río que desemboca en una cascada y una vez que el flujo desciende, se calma y se dispersa en un mar de horizontes posibles: grupos de mujeres sentadas platicando y en espera, consumiendo del comercio; otras más, continuaron tratando de tirar las bayas y expresando su desacuerdo social; muchas más tomándose la foto antes de partir. Así, el caudal se desvanece entre las calles aledañas, en calles por donde no hay rastro de la marcha, salvo por playeras, paliacates y pancartas que visten el cuerpo de las mujeres, que se detienen a consumir en locales y restaurantes, como una manera de reencontrarse con las amigas y celebrando que un año más se logró manifestarse.
Una reflexión sobre estas formas de terminar la marcha puede ser desconcertante y hace eco al grito de “Juntas somos más fuertes”. Al llegar al zócalo cambia la fuerza del caudal y aparece un escenario desarticulado que desconcierta los sentidos. Parecería que el caudal del río se disemina en la multitud y no termina por integrar a todas las voces, no hay al final un acto político cohesionador, en el que converjan las distintas demandas en un discurso común de denuncia de las violencias hacia las mujeres y de las desigualdades de género que las atraviesan y al que todas lleguen a sumarse. ¿Qué puede significar este desvanecimiento aparente de lo público político? ¿Qué lucha debe seguir? al regresar a casa, al espacio íntimo de la pareja, de la familia, en el transporte, al detenerse con las amigas a cenar, al llegar al trabajo, a la escuela…al parecer, las luchas son varias y deben continuar y reflejarse en la vida cotidiana, allí donde día a día se construye y se transforma el sentido de la vida.