Dan a conocer el Informe Especial: Crecimiento Urbano y Derechos Humanos en la Ciudad de México.
noviembre 14, 2018(2017) ¿Quién cuida en Rosario?
enero 2, 2019II Coloquio Internacional Ciudades, Espacios Públicosen conflicto - CIDUR
El II Coloquio Internacional Ciudades, Espacios Públicos en conflicto -realizado por el Proyecto “La Ciudad Neoliberal y los Derechos Urbanos (PAPPIT-DGAPA) y el Seminario institucional “Procesos Urbanos, Espacio Público y Ciudadanía- es un esfuerzo por promover un espacio de intercambio y reflexión sobre los procesos centrales de configuración de las aglomeraciones urbanas contemporáneas. Para esta ocasión, se priorizaron los ejes de género, juventudes y ciudadanías durante dos días de discusión, con la participación de investigadores e investigadores con distintas preocupaciones y perspectivas analíticas.
La diversidad y cantidad de información presentada hace difícil poder resumir los argumentos sin entrar a presentar cada una de las excelentes exposiciones realizadas. Sin embargo, y a riesgo de simplificar, se pueden recuperar algunas ideas centrales.Quizás lo principal se encuentre en recuperar el carácter complejo y multiescalar de las aglomeraciones urbanas. Reconocen que la ciudad se rehace constantemente, con articulaciones de actores dependiendo de cada coyuntura. Y, que, la ciudad es una arena de múltiples conflictos. O, como señaló Ana Falú: “Referirnos a la ciudad y lo urbano es referirnos a lo político, los conflictos, las disputas de poder que se dan en estos territorios y se expresan en estos territorios”. Los conflictos producen ciudad, reconfiguran a sus actores, y demuestran las configuraciones de asimetrías de poder entre distintos actores; todos ellos situados estructural, histórica y espacialmente.
Y es el espacio público donde adquieren mayor visibilidad estos conflictos, estas disputas por producir ciudad entre actores que ocupan posiciones diferenciales no solo por el estrato y capacidad de consumo, sino también desde las posiciones de género, etnia y edad. Los espacios públicos poseen una historicidad, se construyen permanentemente, nos recuerda Lucia Álvarez. Con lo cual debemos preguntarnos como todas estas claves de estratificación (estrato, género, edad) adquieren particularidades en ciertos contextos, donde se traslapan procesos históricos y surgen nuevas cotidianidades. El espacio público esta lejos de ser un espacio neutro. Por el contrario, es el resultado de estas configuraciones que permiten la reproducción de desigualdades sociales, que hacen a disputa por el espacio público en realidad lo que ocurren es que se expresan tensiones y contradicciones mediadas por la violencia producida y reproducida por distintos actores que apelan a su derecho uso y disfruto de ese espacio público.
Segundo, repensar la ciudad y los procesos urbanos desde la categoría de género. Esto implica revisar críticamente el diseño urbano, las políticas urbanas, los mecanismos de persistencia de inequidad y exclusión organizadas en torno al género. Pero también repensar las propias categorías con las que abordamos y discutimos la ciudad. Uno de los ejes que destaca por su urgencia y su presencia generalizada es la violencia de género y la consecuencia que genera en la vida de las mujeres. El espacio público se convierte en lugar clave donde se reproducen estas violencias, pero también nos obligan a reconocer -como señala Falú- “el cuerpo de las mujeres como espacios de violencias y también de resistencias”. Además, Paula Soto nos recuerda que la violencia y el miedo deben entenderse como procesos relacionales y situados estructuralmente, en donde lo público y privado opera como un continuo, y que son espacios que no experimentados pasivamente por las mujeres. Las mujeres movilizan estrategias para apropiarse del espacio público; pero, como señala Yutzil Cadena, las formas de apropiarse del espacio también generan conflictos, y expresan desigualdades.
Tercero, ¿cuál es la capacidad de los actores políticos -gobiernos nacionales y locales- para llevar a cabo reformas y políticas que permitan la mejora de las condiciones de vida? Pregunta fundamental en un contexto como el de Ciudad de México, donde pronto asumirá una nueva gestión. El balance, según Alicia Ziccardi, es de avance y retrocesos pero con un balance negativo respecto a la capacidad de redireccionar ciertos procesos urbanos que hagan a las ciudades mas justas. Refiriéndose a la constitución de la ciudad, pero que podría resumir las últimas dos décadas de gobierno de la ciudad, Ziccardi señala “que no basta con tener un marco legal, yo creo que con este aparato gubernamental es muy difícil que podamos hacer efectivos estos derechos. Creo que es necesario trabajar para construir una nueva institucionalidad que permita hacer efectivo esos derechos”.
Cuarto, la juventud es un categoría conflictiva, que se organiza y expresa en el espacio urbano, al mismo tiempo que lo reconfigura. José Manuel Valenzuela trazo la trayectoria de las múltiples juventudes, sus manifestaciones, expresiones culturales, y coyunturas que operaron como ventanas de oportunidad (y cierre) para esa explosión juvenil como un actor fundamental. Además, sin perder de vista la clave de los procesos estructurales (marginalidad, migración, pobreza), Valenzuela propone comprender la juventud no solo en distintas escalas, sino que se acerca a lo que el día previo habían señalado Ana Falú y otros investigadorxs: la centralidad del cuerpo como “dispositivo estratégico en la definición de procesos de creación, recreación y resistencia”. Esa otra escala fundamental en la producción social del espacio.
La diversidad y cantidad de información presentada hace difícil poder resumir los argumentos sin entrar a presentar cada una de las excelentes exposiciones realizadas. Sin embargo, y a riesgo de simplificar, se pueden recuperar algunas ideas centrales.Quizás lo principal se encuentre en recuperar el carácter complejo y multiescalar de las aglomeraciones urbanas. Reconocen que la ciudad se rehace constantemente, con articulaciones de actores dependiendo de cada coyuntura. Y, que, la ciudad es una arena de múltiples conflictos. O, como señaló Ana Falú: “Referirnos a la ciudad y lo urbano es referirnos a lo político, los conflictos, las disputas de poder que se dan en estos territorios y se expresan en estos territorios”. Los conflictos producen ciudad, reconfiguran a sus actores, y demuestran las configuraciones de asimetrías de poder entre distintos actores; todos ellos situados estructural, histórica y espacialmente.
Y es el espacio público donde adquieren mayor visibilidad estos conflictos, estas disputas por producir ciudad entre actores que ocupan posiciones diferenciales no solo por el estrato y capacidad de consumo, sino también desde las posiciones de género, etnia y edad. Los espacios públicos poseen una historicidad, se construyen permanentemente, nos recuerda Lucia Álvarez. Con lo cual debemos preguntarnos como todas estas claves de estratificación (estrato, género, edad) adquieren particularidades en ciertos contextos, donde se traslapan procesos históricos y surgen nuevas cotidianidades. El espacio público esta lejos de ser un espacio neutro. Por el contrario, es el resultado de estas configuraciones que permiten la reproducción de desigualdades sociales, que hacen a disputa por el espacio público en realidad lo que ocurren es que se expresan tensiones y contradicciones mediadas por la violencia producida y reproducida por distintos actores que apelan a su derecho uso y disfruto de ese espacio público.
Segundo, repensar la ciudad y los procesos urbanos desde la categoría de género. Esto implica revisar críticamente el diseño urbano, las políticas urbanas, los mecanismos de persistencia de inequidad y exclusión organizadas en torno al género. Pero también repensar las propias categorías con las que abordamos y discutimos la ciudad. Uno de los ejes que destaca por su urgencia y su presencia generalizada es la violencia de género y la consecuencia que genera en la vida de las mujeres. El espacio público se convierte en lugar clave donde se reproducen estas violencias, pero también nos obligan a reconocer -como señala Falú- “el cuerpo de las mujeres como espacios de violencias y también de resistencias”. Además, Paula Soto nos recuerda que la violencia y el miedo deben entenderse como procesos relacionales y situados estructuralmente, en donde lo público y privado opera como un continuo, y que son espacios que no experimentados pasivamente por las mujeres. Las mujeres movilizan estrategias para apropiarse del espacio público; pero, como señala Yutzil Cadena, las formas de apropiarse del espacio también generan conflictos, y expresan desigualdades.
Tercero, ¿cuál es la capacidad de los actores políticos -gobiernos nacionales y locales- para llevar a cabo reformas y políticas que permitan la mejora de las condiciones de vida? Pregunta fundamental en un contexto como el de Ciudad de México, donde pronto asumirá una nueva gestión. El balance, según Alicia Ziccardi, es de avance y retrocesos pero con un balance negativo respecto a la capacidad de redireccionar ciertos procesos urbanos que hagan a las ciudades mas justas. Refiriéndose a la constitución de la ciudad, pero que podría resumir las últimas dos décadas de gobierno de la ciudad, Ziccardi señala “que no basta con tener un marco legal, yo creo que con este aparato gubernamental es muy difícil que podamos hacer efectivos estos derechos. Creo que es necesario trabajar para construir una nueva institucionalidad que permita hacer efectivo esos derechos”.
Cuarto, la juventud es un categoría conflictiva, que se organiza y expresa en el espacio urbano, al mismo tiempo que lo reconfigura. José Manuel Valenzuela trazo la trayectoria de las múltiples juventudes, sus manifestaciones, expresiones culturales, y coyunturas que operaron como ventanas de oportunidad (y cierre) para esa explosión juvenil como un actor fundamental. Además, sin perder de vista la clave de los procesos estructurales (marginalidad, migración, pobreza), Valenzuela propone comprender la juventud no solo en distintas escalas, sino que se acerca a lo que el día previo habían señalado Ana Falú y otros investigadorxs: la centralidad del cuerpo como “dispositivo estratégico en la definición de procesos de creación, recreación y resistencia”. Esa otra escala fundamental en la producción social del espacio.