Ciudadanías periféricas. Desigualdad, pobreza y fragmentación en los márgenes urbanos
febrero 17, 2021Ciudad, memoria, miedos y deseos
febrero 19, 2021Una vez más, la Ciudad de México se encuentra en Semáforo Rojo. Pero, ¿qué significa “semáforo rojo” en una ciudad que nunca se detiene? Pregúntele a un chilango —de los cuales somos 21,5 millones, dependiendo de cómo se defina la zona metropolitana— y es probable que reciba cualquiera de las 21,5 millones de opiniones que formulamos para interpretar la sobrevivencia.
Una vez más, la Ciudad de México se encuentra en Semáforo Rojo. Pero, ¿qué significa “semáforo rojo” en una ciudad que nunca se detiene? Pregúntele a un chilango —de los cuales somos 21,5 millones, dependiendo de cómo se defina la zona metropolitana— y es probable que reciba cualquiera de las 21,5 millones de opiniones que formulamos para interpretar la sobrevivencia.
Esa diversidad de experiencias apunta al principal problema de una política general para una pandemia que no reconoce fronteras. Menos de la mitad de los habitantes del área metropolitana vive dentro de la Ciudad de México propiamente dicha, una designación política que representa aproximadamente una tercera parte de la superficie de la ZMCM. Sin embargo, las políticas implementadas por el gobierno de la Ciudad pueden tener implicaciones que se extienden hasta la fragmentada metrópolis herencia del patrón centro periferia. Desde los suburbios hiper segregados y estratificados por clase en el Poniente hasta los barrios de clase trabajadora en el Oriente, el Centro Histórico sigue siendo un órgano heterogéneo de grandes contrastes conectado al organismo total. Los flujos de personas, información y mercancías, transitan por el corazón de la metrópoli. En una conurbación marcada por la desigualdad y las diferentes necesidades económicas, ¿qué estrategias resultan exitosas para salvar vidas y medios de subsistencia, como lo exige la Organización Mundial de la Salud? Aún no es posible evaluar los impactos de las políticas implementadas; después de todo, la ciudad no es un laboratorio estéril con la posibilidad de un "grupo de control" como en un ensayo clínico. Somos un lugar complejo y caótico. A continuación, resaltamos algunas de las acciones y estrategias que como políticas emergentes, el gobierno de la ciudad está intentando implementar para detener el flujo del virus en el Centro Histórico, así como algunos de los obstáculos para conseguirlo.
Podemos destacar como problemáticas urbanas y territoriales preexistentes en nuestra ciudad: La falta de vivienda adecuada (calidad, condición y localización) o en hacinamiento para amplios sectores de la población y que en tiempos de pandemia ha agudizado la condición de vulnerabilidad en expulsiones y desalojos por falta de pago de rentas. El acceso diferenciado al agua potable, ya que el 24% de las viviendas carecen de este servicio al interior y se abastecen por tandeo, pipa, rio o pozo. El 50% de desempleo abierto (aunado a los que se han perdido durante la pandemia), que ubica a las personas en empleos en sectores informales y los coloca en condición de pobreza por ingreso (alrededor de 1.9 millones de personas trabajan en la informalidad (INEGI), de los cuales solamente 100,000 comerciantes se encuentran registrados en el Sistema de Comercio en Vía Pública). Un sistema de seguridad social debilitado y sector salud desmantelado por décadas de políticas anti colectivistas de corte neoliberal con una clara tendencia a la privatización de sectores públicos. La carencia de espacios públicos de calidad física y relacional de proximidad, para la recreación y el paseo, ante una necesidad de salud física y emocional tras horas o semanas de encierro, producto de los confinamientos. Altos niveles de contaminación ambiental vinculados a afecciones respiratorias, así como un metabolismo urbano enfermo que se evidencia en la producción brutal de desechos no reciclados y existencia de extendidas islas de calor entre otros. Problemáticas que en su conjunto, marcan una clara tendencia hacia la precarización de las condiciones de vida de la población general que ha incluso incrementado la violencia intrafamiliar y de género, en tiempos de pandemia.
La actividad económica del Centro está orientada fundamentalmente al comercio, así como actividades administrativas, financieras, culturales y recreativas. 10 km2 concentran alrededor de 200 mil empleos formales, 6% de unidades económicas, actividad comercial 15 veces mayor que el promedio de Ciudad. Se realizan más de 520 mil viajes diarios hacia este destino y sus correspondientes viajes desde este origen hacia otras localidades de la metrópoli. Se estima que en fines de semana, hay una concentración de más de 2 millones de personas, algunos conteos arrojan que la calle de Madero llega a presentar una ocupación de 250,000 personas (Plan de Manejo del Centro Histórico 2017-2022, Autoridad del Centro Histórico, SIG CdMx).
Esa diversidad de experiencias apunta al principal problema de una política general para una pandemia que no reconoce fronteras. Menos de la mitad de los habitantes del área metropolitana vive dentro de la Ciudad de México propiamente dicha, una designación política que representa aproximadamente una tercera parte de la superficie de la ZMCM. Sin embargo, las políticas implementadas por el gobierno de la Ciudad pueden tener implicaciones que se extienden hasta la fragmentada metrópolis herencia del patrón centro periferia. Desde los suburbios hiper segregados y estratificados por clase en el Poniente hasta los barrios de clase trabajadora en el Oriente, el Centro Histórico sigue siendo un órgano heterogéneo de grandes contrastes conectado al organismo total. Los flujos de personas, información y mercancías, transitan por el corazón de la metrópoli. En una conurbación marcada por la desigualdad y las diferentes necesidades económicas, ¿qué estrategias resultan exitosas para salvar vidas y medios de subsistencia, como lo exige la Organización Mundial de la Salud? Aún no es posible evaluar los impactos de las políticas implementadas; después de todo, la ciudad no es un laboratorio estéril con la posibilidad de un "grupo de control" como en un ensayo clínico. Somos un lugar complejo y caótico. A continuación, resaltamos algunas de las acciones y estrategias que como políticas emergentes, el gobierno de la ciudad está intentando implementar para detener el flujo del virus en el Centro Histórico, así como algunos de los obstáculos para conseguirlo.
Podemos destacar como problemáticas urbanas y territoriales preexistentes en nuestra ciudad: La falta de vivienda adecuada (calidad, condición y localización) o en hacinamiento para amplios sectores de la población y que en tiempos de pandemia ha agudizado la condición de vulnerabilidad en expulsiones y desalojos por falta de pago de rentas. El acceso diferenciado al agua potable, ya que el 24% de las viviendas carecen de este servicio al interior y se abastecen por tandeo, pipa, rio o pozo. El 50% de desempleo abierto (aunado a los que se han perdido durante la pandemia), que ubica a las personas en empleos en sectores informales y los coloca en condición de pobreza por ingreso (alrededor de 1.9 millones de personas trabajan en la informalidad (INEGI), de los cuales solamente 100,000 comerciantes se encuentran registrados en el Sistema de Comercio en Vía Pública). Un sistema de seguridad social debilitado y sector salud desmantelado por décadas de políticas anti colectivistas de corte neoliberal con una clara tendencia a la privatización de sectores públicos. La carencia de espacios públicos de calidad física y relacional de proximidad, para la recreación y el paseo, ante una necesidad de salud física y emocional tras horas o semanas de encierro, producto de los confinamientos. Altos niveles de contaminación ambiental vinculados a afecciones respiratorias, así como un metabolismo urbano enfermo que se evidencia en la producción brutal de desechos no reciclados y existencia de extendidas islas de calor entre otros. Problemáticas que en su conjunto, marcan una clara tendencia hacia la precarización de las condiciones de vida de la población general que ha incluso incrementado la violencia intrafamiliar y de género, en tiempos de pandemia.
La actividad económica del Centro está orientada fundamentalmente al comercio, así como actividades administrativas, financieras, culturales y recreativas. 10 km2 concentran alrededor de 200 mil empleos formales, 6% de unidades económicas, actividad comercial 15 veces mayor que el promedio de Ciudad. Se realizan más de 520 mil viajes diarios hacia este destino y sus correspondientes viajes desde este origen hacia otras localidades de la metrópoli. Se estima que en fines de semana, hay una concentración de más de 2 millones de personas, algunos conteos arrojan que la calle de Madero llega a presentar una ocupación de 250,000 personas (Plan de Manejo del Centro Histórico 2017-2022, Autoridad del Centro Histórico, SIG CdMx).
Esta microgeografía, lugar fundacional y centralidad urbana histórica y funcional económica, comercial y cultural de la capital, ha sufrido los efectos de la pandemia de modo muy fuerte, golpeando en gran medida a pequeños comercios y al sector informal que usa el espacio público como lugar de trabajo. Desde el mes de marzo el gobierno local emitió acuerdos y lineamientos, que incluyeron cierres temporales totales de actividades no esenciales, lanzó campañas de difusión y sensibilización, exhortó a mantenerse en casa y practicar la sana distancia. Todo lo anterior encaminado a reducir contagios. Sin embargo, hacia principios de diciembre el Centro Histórico comenzó a presentar concentraciones alarmantes de personas alrededor de las actividades asociadas a compras navideñas, un fenómeno anual que ni la situación de emergencia por Covid, anunciada en noviembre, pudo limitar. Esta situación aunada al incremento de ocupación hospitalaria de 78% y número de contagios en la capital, obligó a un cierre de actividades que durante semanas el gobierno de la ciudad trato de evitar, siendo este, muy criticado en redes y a través de los medios de comunicación en voz de opinadores, conductores y analistas.
Cabe destacar que esta descalificación a las acciones y política covid implementadas desde el ámbito federal y en la ciudad, se enmarca en una preocupante polarización de la sociedad entorno a las reformas y visión emprendidas por los gobiernos electos democráticamente y que a dos años, han enfrentado esta crisis sanitaria a través de una política que ha privilegiado una visión social y de austeridad, que contrasta con medidas que durante las últimas décadas privilegiaron visiones empresariales soportadas en una lógica económica.
Espacio público como lugar de trabajo
En nuestra ciudad, el espacio público cumple distintas funciones, además de lugar de recreación y paseo es un espacio activo político y de protesta; es lugar para vivir -uso que se ha incrementado visiblemente en el número de personas que pernoctan bajo accesos semicubiertos de edificios, plazas y campamentos improvisados en jardines y parques sobre todo del perímetro B-; así como lugar de trabajo. El bando presidencial de 1993 que prohíbe el comercio ambulante en el Centro Histórico, es la principal directriz para su regulación, ante la falta de una legislación, marco jurídico y reconocimiento de este tipo de trabajo. En marzo se dio marcha atrás a la Ley de Trabajadores No Asalariados en el Congreso capitalino, ante la presión de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) que acusó que esta ley impulsaba la informalidad en detrimento de la competitividad, la seguridad y el desarrollo urbano.
En este contexto, cabe destacar que entre julio y agosto de 2020, en los foros que el Congreso local abrió para discutir la iniciativa de Ley de Espacio Público, el gran ausente, fue el tema de la regulación y visibilización de la problemática del comercio en el espacio público, el cual fue sistemáticamente evadido y removido de la discusión, la cual privilegió la dimensión ambiental, funcional y económica en términos de impactos y actividades legales, formales y reguladas para el uso y aprovechamiento del espacio público con tendencia a la privatización de calles, banquetas y terrazas por comercios y servicios representados por cámaras y organismos empresariales.
La persecución, abuso y extorción tanto policial como delincuencial por el derecho de piso, discriminación y criminalización por parte de autoridades y sectores ciudadanos hacia esta actividad se han incrementado, vulnerando aun más la condición de los comerciantes informales en medio de la crisis de salud y económica que ha provocado la pandemia.
El virus y las respuestas locales
El virus llegó, como un hecho inédito, fulminante; hay quien lo ha denominado un hecho total. El cual, de un problema sanitario se extendió a todos los ámbitos de la vida. En este sentido, la pandemia, como catástrofe, no genera transformaciones urbanas, sino que, acelera o potencia cuestiones que ya tienen presencia en el territorio, como problemáticas estructurales preexistentes. Las pone en relieve y al descubierto. Se han exacerbado los contrastes, la fragmentación territorial y la desigualdad social. Así por ejemplo, los mapas Covid y estadísticas de mayor contagio, coinciden con las áreas periféricas de mayor marginalidad: ¡Para quedarse en casa, hay que tener una!; para lavarse las manos, hace falta agua. Las anteriores, son ideas que recuperó de Rolnik, Ziccardi, Carrión y Corti, investigadores que se han dado a la tarea de analizar la situación actual en diversos foros virtuales a lo largo de estos meses desde el inicio de la pandemia.
El gobierno federal a través de la Secretaría de Salud conduce la política en la materia, la cual en coordinación metropolitana con el gobierno del Estado de México y de la Ciudad a escala local y territorial, en el caso de la Autoridad del Centro Histórico, desde marzo a la fecha implementan medidas, cierres y aperturas con el propósito de regresar a lo que han denominado “nueva normalidad” de un modo planeado y progresivo. Las recomendaciones desde el inicio de la pandemia han sido: quédate en casa, mantén sana distancia, usa correctamente el cubrebocas, utiliza gel, lávate las manos, revisa tu temperatura y evita reuniones o concentraciones. Difundidas mediante estrategias de información en medios y el espacio público, así como a través de un programa televisivo diario que ha tenido un gran impacto y ha generado una pedagogía ciudadana en una estrategia de comunicación social directa.
En el contexto global, sabemos que Europa en estos momentos vive una segunda y tercera ola de contagios aunado a la aparición de una nueva cepa del virus en Inglaterra, para lo cual han implementado medidas coercitivas que en muchos de los casos restringen derechos ciudadanos. Los casos de contagio en Bélgica o Alemania han sorprendido a las autoridades que habían distendido medidas de control. Ciudades como París y Madrid han implementado toques de queda nocturna y otras ciudades han adoptado medidas de cierre de espacios privados de uso público, establecido confinamientos perimetrales que limitan circulación y radios de desplazamiento alrededor de las viviendas o entre localidades, han quedado prohibidas reuniones o se ha establecido tolerancia a encuentros de no más de 6 personas para las celebraciones navideñas, se han impuesto cierres de actividades nocturnas e inclusive se imponen multas que varían hasta los 1000 euros por omitir el uso de cubrebocas. Se ha limitado o prohibido relaciones e intercambios en espacios públicos y privados.
Muchas voces provenientes de distintos ámbitos de la vida pública, desde la ciudadanía, los actores políticos y los medios de comunicación, llaman a implementar este tipo de medidas para la Ciudad de México y algunas otras en el país. En este sentido, es un riesgo el tratar de copiar e implementar desde contextos muy distintos y escalas no comparables, este tipo de medidas que atentan contra derechos humanos, de libre circulación y de reunión, en contextos de impunidad, corrupción, abuso policial y estado violento como el que vivimos aún en México.
Política urbana COVID CdMx
El gobierno local ha privilegiado lo público y a la ciudadanía, en una lógica social. Se ha apostado a la conciencia reflexiva e informada de la ciudadanía sin restringir el libre tránsito y el uso del espacio público con medidas de regulación y control. No coercitivas. A la fecha se han implementado cerca de 150 programas y acciones sociales, de los cuales aún no se puede evaluar el efecto en medio de una crisis que tendrá sin duda efectos devastadores en términos macro y microeconómicos. Entre estos destacan los publicados el 22 de diciembre “Apoyos emergentes por semáforo rojo en la ciudad de México” que consiste en $500 millones en 50 mil microcréditos a micro y pequeñas empresas, apoyo emergente a 100 mil personas que trabajan en restaurantes formales y no formales, adelanto de útiles y uniformes, así como apoyos económicos fiscales como la condonación de impuestos sobre nómina a comercios del centro históricos, así como el impulsado por la Secretaría de Desarrollo Económico y la ACH “Todo lo encuentro en CDMX”, una tienda online oficial para pequeños comercios establecidos en el primer cuadro. Se identifican las acciones institucionales pero de modo muy potente y a la par las iniciativas que parten desde la ciudadanía organizada. Ambas implementando medidas de protección a la salud al tiempo de fomentar la reactivación de actividades económicas.
Desde las instituciones se ha impulsado el programa “Ciudad al Aire Libre”, el cual privilegia la movilidad peatonal. En el Centro Histórico, de cada 100 personas que llegan, 80 lo hacen en transporte público; 14 en automóvil; y 6 caminando, de estos datos se hace evidente la importancia y pertinencia en abrir más espacios para el tránsito peatonal al tiempo de restringir las vías de acceso vehicular, muchas de las cuales se han convertido en calles flexibles que amplían espacios peatonales para mantener sana distancia, al tiempo de reducir la presencia de autos y sus respectivos impactos ambientales en contaminación atmosférica, calorífica y de ruido. Se han identificado zonas de alto contagio en mercados y estaciones del METRO las cuales permanecen cerradas, habilitando 120 quioscos donde poder realizarse de modo gratuito pruebas covid en plazas públicas.
Desde la ciudadanía, se identifican estrategias que incluyen la apertura de espacios solidarios comunitarios virtuales de información y discusión, así como espacios físicos en las plazas y calles, donde de modo espontáneo se han habilitado centros de acopio, armado de despensas, distribución de comida, la transformación de giros mercantiles a servicios o preparación de alimentos y el surgimiento de subempleos emergentes temporales como repartidores en bicicleta.
Los comercios locales no han parado, encuentran estrategias de sobrevivencia ante las medidas implementadas, que van desde vender sus productos y ofrecer servicios fuera de sus locales, con las cortinas y puertas cerradas, camuflajeado los accesos con mantas o carteles, en toda una suerte de operación simulada. Las calles permanecen llenas de comercios informales semifijos o extendiendo telas en las banquetas para ofrecer productos. Un paisaje donde se incrementan las persecuciones policiales, camionetas recogiendo productos, presencia de vallas metálicas y encapsulamiento de calles completas, cuerpos de seguridad que recuerdan al extinto cuerpo de granaderos por su apariencia y funciones, tienen tomadas muchas de las calles más activas de comercio en el centro. La calle correo mayor tiene un dispositivo de acceso, toma de temperatura y expedición masiva de gel, el mercado Abelardo Rodríguez abarrotado, así como los de San Juan y Salto del Agua entre otros.
El reto
Ante estos escenarios complejos de emergencia, surgen por un lado, oportunidades para repensar el papel de la planificación y el diseño urbano, a través de una política integral que parta de diagnósticos (de los cuales se tienen miles). Por otro, el de implementar intervenciones reversibles a través de un pensamiento prospectivo (que mejoren las infraestructuras a corto y largo plazo) ante respuestas inmediatas. Las cuales no han de ser copias de modelos importados de tendencias como el urbanismo táctico europeo o norteamericano, ya que las condiciones de este centro y esta ciudad son altamente diferenciadas en escala, distancias, actividades, desplazamientos, condición centro-periferia e informalidad entre otras.
Señala Fernando Carrión, que el diseño e implementación de políticas debe responder a problemáticas locales y contextos y realidades específicas, ya que, las políticas generales ahondan las desigualdades y contradicciones. El reto consiste en compatibilizar derechos incumplidos a la salud, la vivienda adecuada, al trabajo, al libre tránsito y su interdependencia. Al respecto Ramírez Kuri, destaca la importancia de reconstruir el sentido del espacio público como lugar de integración social y urbana, como un espacio de aprendizaje de valores compartidos, donde aminorar injusticias socioespaciales y desigualdades, a través de políticas urbanas redistributivas. En el contexto de la pandemia, en la ciudad.
Con el objetivo de hacer efectivo de modo universal y extendido, algunos autores como Gustavo Romero y Jorgi Borja, han recuperado el Derecho a la Ciudad como una utopía y respuesta democrática que integra derechos ciudadanos, políticas y criterios urbanos y de paisaje, y también como la capacidad de la ciudad y el poder de la mayoría para intervenir y transformar el espacio social urbano en aspectos prácticos, morales, estéticos, materiales, ambientales y simbólicos. Donde la participación democrática de las personas y la atención a su salud y necesidades sea el centro en la resolución de los conflictos, entre ciudadanos distintos y sus actividades formales e informales, con acceso diferenciado a bienes, servicios, información y derechos.
[1] Doctorante en Urbanismo UNAM / Profesor de la Facultad de Arquitectura, UNAM.
Espacio público como lugar de trabajo
En nuestra ciudad, el espacio público cumple distintas funciones, además de lugar de recreación y paseo es un espacio activo político y de protesta; es lugar para vivir -uso que se ha incrementado visiblemente en el número de personas que pernoctan bajo accesos semicubiertos de edificios, plazas y campamentos improvisados en jardines y parques sobre todo del perímetro B-; así como lugar de trabajo. El bando presidencial de 1993 que prohíbe el comercio ambulante en el Centro Histórico, es la principal directriz para su regulación, ante la falta de una legislación, marco jurídico y reconocimiento de este tipo de trabajo. En marzo se dio marcha atrás a la Ley de Trabajadores No Asalariados en el Congreso capitalino, ante la presión de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) que acusó que esta ley impulsaba la informalidad en detrimento de la competitividad, la seguridad y el desarrollo urbano.
En este contexto, cabe destacar que entre julio y agosto de 2020, en los foros que el Congreso local abrió para discutir la iniciativa de Ley de Espacio Público, el gran ausente, fue el tema de la regulación y visibilización de la problemática del comercio en el espacio público, el cual fue sistemáticamente evadido y removido de la discusión, la cual privilegió la dimensión ambiental, funcional y económica en términos de impactos y actividades legales, formales y reguladas para el uso y aprovechamiento del espacio público con tendencia a la privatización de calles, banquetas y terrazas por comercios y servicios representados por cámaras y organismos empresariales.
La persecución, abuso y extorción tanto policial como delincuencial por el derecho de piso, discriminación y criminalización por parte de autoridades y sectores ciudadanos hacia esta actividad se han incrementado, vulnerando aun más la condición de los comerciantes informales en medio de la crisis de salud y económica que ha provocado la pandemia.
El virus y las respuestas locales
El virus llegó, como un hecho inédito, fulminante; hay quien lo ha denominado un hecho total. El cual, de un problema sanitario se extendió a todos los ámbitos de la vida. En este sentido, la pandemia, como catástrofe, no genera transformaciones urbanas, sino que, acelera o potencia cuestiones que ya tienen presencia en el territorio, como problemáticas estructurales preexistentes. Las pone en relieve y al descubierto. Se han exacerbado los contrastes, la fragmentación territorial y la desigualdad social. Así por ejemplo, los mapas Covid y estadísticas de mayor contagio, coinciden con las áreas periféricas de mayor marginalidad: ¡Para quedarse en casa, hay que tener una!; para lavarse las manos, hace falta agua. Las anteriores, son ideas que recuperó de Rolnik, Ziccardi, Carrión y Corti, investigadores que se han dado a la tarea de analizar la situación actual en diversos foros virtuales a lo largo de estos meses desde el inicio de la pandemia.
El gobierno federal a través de la Secretaría de Salud conduce la política en la materia, la cual en coordinación metropolitana con el gobierno del Estado de México y de la Ciudad a escala local y territorial, en el caso de la Autoridad del Centro Histórico, desde marzo a la fecha implementan medidas, cierres y aperturas con el propósito de regresar a lo que han denominado “nueva normalidad” de un modo planeado y progresivo. Las recomendaciones desde el inicio de la pandemia han sido: quédate en casa, mantén sana distancia, usa correctamente el cubrebocas, utiliza gel, lávate las manos, revisa tu temperatura y evita reuniones o concentraciones. Difundidas mediante estrategias de información en medios y el espacio público, así como a través de un programa televisivo diario que ha tenido un gran impacto y ha generado una pedagogía ciudadana en una estrategia de comunicación social directa.
En el contexto global, sabemos que Europa en estos momentos vive una segunda y tercera ola de contagios aunado a la aparición de una nueva cepa del virus en Inglaterra, para lo cual han implementado medidas coercitivas que en muchos de los casos restringen derechos ciudadanos. Los casos de contagio en Bélgica o Alemania han sorprendido a las autoridades que habían distendido medidas de control. Ciudades como París y Madrid han implementado toques de queda nocturna y otras ciudades han adoptado medidas de cierre de espacios privados de uso público, establecido confinamientos perimetrales que limitan circulación y radios de desplazamiento alrededor de las viviendas o entre localidades, han quedado prohibidas reuniones o se ha establecido tolerancia a encuentros de no más de 6 personas para las celebraciones navideñas, se han impuesto cierres de actividades nocturnas e inclusive se imponen multas que varían hasta los 1000 euros por omitir el uso de cubrebocas. Se ha limitado o prohibido relaciones e intercambios en espacios públicos y privados.
Muchas voces provenientes de distintos ámbitos de la vida pública, desde la ciudadanía, los actores políticos y los medios de comunicación, llaman a implementar este tipo de medidas para la Ciudad de México y algunas otras en el país. En este sentido, es un riesgo el tratar de copiar e implementar desde contextos muy distintos y escalas no comparables, este tipo de medidas que atentan contra derechos humanos, de libre circulación y de reunión, en contextos de impunidad, corrupción, abuso policial y estado violento como el que vivimos aún en México.
Política urbana COVID CdMx
El gobierno local ha privilegiado lo público y a la ciudadanía, en una lógica social. Se ha apostado a la conciencia reflexiva e informada de la ciudadanía sin restringir el libre tránsito y el uso del espacio público con medidas de regulación y control. No coercitivas. A la fecha se han implementado cerca de 150 programas y acciones sociales, de los cuales aún no se puede evaluar el efecto en medio de una crisis que tendrá sin duda efectos devastadores en términos macro y microeconómicos. Entre estos destacan los publicados el 22 de diciembre “Apoyos emergentes por semáforo rojo en la ciudad de México” que consiste en $500 millones en 50 mil microcréditos a micro y pequeñas empresas, apoyo emergente a 100 mil personas que trabajan en restaurantes formales y no formales, adelanto de útiles y uniformes, así como apoyos económicos fiscales como la condonación de impuestos sobre nómina a comercios del centro históricos, así como el impulsado por la Secretaría de Desarrollo Económico y la ACH “Todo lo encuentro en CDMX”, una tienda online oficial para pequeños comercios establecidos en el primer cuadro. Se identifican las acciones institucionales pero de modo muy potente y a la par las iniciativas que parten desde la ciudadanía organizada. Ambas implementando medidas de protección a la salud al tiempo de fomentar la reactivación de actividades económicas.
Desde las instituciones se ha impulsado el programa “Ciudad al Aire Libre”, el cual privilegia la movilidad peatonal. En el Centro Histórico, de cada 100 personas que llegan, 80 lo hacen en transporte público; 14 en automóvil; y 6 caminando, de estos datos se hace evidente la importancia y pertinencia en abrir más espacios para el tránsito peatonal al tiempo de restringir las vías de acceso vehicular, muchas de las cuales se han convertido en calles flexibles que amplían espacios peatonales para mantener sana distancia, al tiempo de reducir la presencia de autos y sus respectivos impactos ambientales en contaminación atmosférica, calorífica y de ruido. Se han identificado zonas de alto contagio en mercados y estaciones del METRO las cuales permanecen cerradas, habilitando 120 quioscos donde poder realizarse de modo gratuito pruebas covid en plazas públicas.
Desde la ciudadanía, se identifican estrategias que incluyen la apertura de espacios solidarios comunitarios virtuales de información y discusión, así como espacios físicos en las plazas y calles, donde de modo espontáneo se han habilitado centros de acopio, armado de despensas, distribución de comida, la transformación de giros mercantiles a servicios o preparación de alimentos y el surgimiento de subempleos emergentes temporales como repartidores en bicicleta.
Los comercios locales no han parado, encuentran estrategias de sobrevivencia ante las medidas implementadas, que van desde vender sus productos y ofrecer servicios fuera de sus locales, con las cortinas y puertas cerradas, camuflajeado los accesos con mantas o carteles, en toda una suerte de operación simulada. Las calles permanecen llenas de comercios informales semifijos o extendiendo telas en las banquetas para ofrecer productos. Un paisaje donde se incrementan las persecuciones policiales, camionetas recogiendo productos, presencia de vallas metálicas y encapsulamiento de calles completas, cuerpos de seguridad que recuerdan al extinto cuerpo de granaderos por su apariencia y funciones, tienen tomadas muchas de las calles más activas de comercio en el centro. La calle correo mayor tiene un dispositivo de acceso, toma de temperatura y expedición masiva de gel, el mercado Abelardo Rodríguez abarrotado, así como los de San Juan y Salto del Agua entre otros.
El reto
Ante estos escenarios complejos de emergencia, surgen por un lado, oportunidades para repensar el papel de la planificación y el diseño urbano, a través de una política integral que parta de diagnósticos (de los cuales se tienen miles). Por otro, el de implementar intervenciones reversibles a través de un pensamiento prospectivo (que mejoren las infraestructuras a corto y largo plazo) ante respuestas inmediatas. Las cuales no han de ser copias de modelos importados de tendencias como el urbanismo táctico europeo o norteamericano, ya que las condiciones de este centro y esta ciudad son altamente diferenciadas en escala, distancias, actividades, desplazamientos, condición centro-periferia e informalidad entre otras.
Señala Fernando Carrión, que el diseño e implementación de políticas debe responder a problemáticas locales y contextos y realidades específicas, ya que, las políticas generales ahondan las desigualdades y contradicciones. El reto consiste en compatibilizar derechos incumplidos a la salud, la vivienda adecuada, al trabajo, al libre tránsito y su interdependencia. Al respecto Ramírez Kuri, destaca la importancia de reconstruir el sentido del espacio público como lugar de integración social y urbana, como un espacio de aprendizaje de valores compartidos, donde aminorar injusticias socioespaciales y desigualdades, a través de políticas urbanas redistributivas. En el contexto de la pandemia, en la ciudad.
Con el objetivo de hacer efectivo de modo universal y extendido, algunos autores como Gustavo Romero y Jorgi Borja, han recuperado el Derecho a la Ciudad como una utopía y respuesta democrática que integra derechos ciudadanos, políticas y criterios urbanos y de paisaje, y también como la capacidad de la ciudad y el poder de la mayoría para intervenir y transformar el espacio social urbano en aspectos prácticos, morales, estéticos, materiales, ambientales y simbólicos. Donde la participación democrática de las personas y la atención a su salud y necesidades sea el centro en la resolución de los conflictos, entre ciudadanos distintos y sus actividades formales e informales, con acceso diferenciado a bienes, servicios, información y derechos.
[1] Doctorante en Urbanismo UNAM / Profesor de la Facultad de Arquitectura, UNAM.